
En mi caso, he concluido que desciendo del lobo. Lo baso en evidencias mucho más fundamentales que la pilosidad excesiva, el largo de mis colmillos o la mirada hambrienta y penetrante. Mi naturaleza se revela en la preferencia por las mujeres que descienden de las borregas o de las gallinas; ellas son mis presas predilectas por su mansedumbre e indefensión.
No obstante, de vez en cuando caigo en manos de la descendiente de alguna sierpe. Soy extremadamente sensible al poder hipnótico de sus miradas. Me torno sumiso y obediente. Entonces pienso que quizás el lobo desciende del cordero, y que eso justifica que el hombre sea el lobo del hombre.
"No obstante, de vez en cuando caigo en la mano de la descendiente de alguna sierpe."
ResponderBorrarNo sabes lo identificado que me sentí con eso!! Un abrazo