30 junio, 2012

El habitante invisible



Llegaba poco después que la familia había partido: los padres al trabajo, los hijos al colegio. Traía una bolsa de compras y desayunaba, porque volvía con mucho apetito del turno de la noche. En un bolso portaba sus propias sábanas y preparaba la cama matrimonial –esa prefería- para acostarse a dormir. Raramente sonaba el teléfono: nunca atendía, pues estaba seguro que se trataba de vendedores. Ya no caía en esa clase de trampas. Despertaba a eso de las cuatro de la tarde y guisaba su almuerzo. Después se duchaba y borraba escrupulosamente todo rastro de su paso por la casa. Paseaba por allí, husmeando, tratando de adivinar las actividades que ocurrían durante su ausencia. Por fin cargaba su bolso y partía. Siempre tenía alguna idea para matar el tiempo hasta el momento del turno. Se preguntaba cuándo se encontraría con uno de ellos –era inevitable ese momento- y dónde encontraría un nuevo hogar.

1 comentario:

  1. Hola, Diego.
    Un micro muy original.
    Una trama creativa con un desarrollo claro.
    Me ha gustado tu micro como tal, pero es que además abre una ventana paralela: ¿Por qué? ¿Por qué vive así el protagonista? Hay otra historia fuera de la narrada.

    Muy bueno. Un micro excelente

    Saludos.

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