Partió al trabajo en su
automóvil. A mitad de camino se le olvidó adónde iba. Siguió en línea recta un
trecho en la esperanza de recordar su destino. No pasó nada. Se devolvió,
decepcionado y triste. Después de un rato descubrió que había olvidado donde vivía.
Se ofuscó: ¿cómo era posible tanta desmemoria? Confundido, decidió que era
apropiado ir al médico y enfiló hacia una clínica que bien pronto se borró de
su mente, igual que su nombre. Olvidó cómo manejar el vehículo que conducía.
Incluso perdió el lenguaje y no pudo gritar en su último momento.
Extremo, me gustó.
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