11 enero, 2009

El gigante egoísta


El gigante sonrió con auténtica felicidad al contemplar a los millares de niños que repletaban los entretenimientos de su patio. Apelotonados en filas interminables ante cada juego, exigían a sus padres que les comprasen toda clase de golosinas. El gigante calculó el exorbitante monto de la taquilla: su salud y comodidad estaban aseguradas. Había desterrado definitivamente aquellas terribles pesadillas donde moría de frío, sumido en la soledad y la miseria.

1 comentario:

La Bruma II dijo...

Buen blog, no lo conocía. Saludos.

 
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