El tiempo del ogro de Diego Muñoz
Valenzuela: una inserción en los submundos del horror dictatorial.
Según
afirma el filósofo alemán Georg Gadamer,
un buen título condensa siempre un mensaje último y anticipa
“un significado concreto y una cierta comprensión” de lo narrado. Es lo que ocurre en el caso de la novela de
Diego Muñoz donde el texto completo explaya las posibilidades y ángulos del
significante ogro.
Cabe
recordar que un ogro es generalmente una entidad no humana y horrenda que está presente
en la mitología de muchos países. Una coincidencia que se observa en estas
representaciones es que los ogros son por naturaleza crueles y muchos de ellos trabajan para los dioses de la oscuridad.
Por
otro lado, suele nominarse como ogro al
ser humano que tiene problemas para socializar y que exhibe comportamientos
alejados de las costumbres y normas aceptadas por la comunidad.
I--En
El tiempo del ogro esta figura encarna
lo que Chile vivió en tiempos de la
dictadura militar chilena. El ogro es
por ello, y en una primera instancia una suerte de rencarnación del Mal
Es
importante señalar que el Mal puede, en determinados contextos especiales, aflorar
de manera descontrolada y bajo la forma de una violencia extrema. Una coincidencia importante entre los
filósofos actuales que se han enfocado en el estudio del mal (Sichère, Argullol,
Baudrillard, entre otros) es que su principal
fuente es la negación radical del otro. Dicha forma de anulación del sujeto
alcanza, según ellos, su máxima
expresión durante la segunda guerra mundial y tuvo su momento culminante
en la experiencia del nazismo, ejemplo
rotundo de la barbarie colectiva y la degradación sistemática del ser humano.
Lo
que se propone aquí es que en el caso de los cuentos de El tiempo del ogro el mal tiene que ver justamente con esta
idea de la negación del otro, “de que el
otro no existe, no piensa, no siente, y hacerle daño. Destruir dentro de uno
mismo, consciente o inconscientemente, toda atadura moral y ética, creer que
todo vale” (González 28).
II-
Un segundo tema transversal en El tiempo
del ogro, ligado y entretejido con el del mal, es sin duda el de la
violencia, dispositivo infernal que actúa como eje de significación
preponderante en la representación de mundo. Ello se traduce en que la
globalidad de los personajes atraídos se
ven involucrados, de alguna forma, en alguna de las modalidades de violencia que los textos registran. En este
sentido, se evidencia en el libro una condición estructural del fenómeno de la
violencia, esta es, que “El exceso no es un espectáculo para un público mudo
que contempla la escena desde una distancia segura. El movimiento de la
violencia tiene un alcance muy largo, abraza a todos lo que se encuentran
cerca. No tolera testigos neutrales, sólo conoce víctimas, cómplices o
enemigos” (Safoski 2004:31)
El
ejercicio y la imposición de la violencia permite apreciar como en El tiempo del ogro se activa el deseo de
eliminar al otro, al disidente, aquél
que el poder dictatorial considera una enfermedad que hay que extirpar. Y ello
deberá hacerse con fuerza desmedida.
Es interesante advertir que la raíz de la
palabra violencia (violentia) está emparentada con la raíz de la palabra violación
(violatio). El término latino viol proviene, a su vez de vis, de fuerza. La
semejanza idiomática es sugerente y permite suponer un uso original en que la
violencia es asimilada a la violación como acto de fuerza. Se viola por ejemplo
un secreto, un armisticio, un acuerdo (Estrella 147). En los cuentos de Diego
Muñoz lo violado en el actuar de la
violencia de Estado no es solo la
intimidad da cada uno de los personajes, sino la cotidianeidad del país
entero.
III-
Un tercer ámbito temático que articula los mundos representados en El tiempo del ogro es el tema del trauma. Debe recordarse que, en
nomenclatura psicoanalítica, el trauma se entiende como una instancia de
irrupción que no parece depender de ningún tipo de mediaciones. Dicha irrupción
violenta el inconsciente y se ofrece como algo que, a pesar de ser real no es
simbolizable. El trauma deja una huella que no logra ser procesada, ya que no
puede ser significado (el trauma) ni elaborado por la subjetividad individual o
colectiva. Por esta razón deviene
paradoja al inscribirse como un vacío que pide ser llenado, pero que nunca
logra alcanzar aquello que ha dejado huella por su ausencia. La constante
petición del consciente por la significación del trauma, da origen a la pulsión
que reclama siempre la necesidad de llenar dicho vacío simbólico (Caruth 59).
Llevar
a cabo el trabajo del duelo presupone, entonces, la capacidad de contar una
historia sobre el pasado. Es fundamental para ello tener la posibilidad de
armar un relato que haga posible la comunicación y la transmisión del recuerdo.
De esta forma la experiencia individual podrá incorporarse a la memoria
colectiva de una comunidad. En otras palabras, en el acto narrativo compartido
la experiencia individual del rememorar construirá comunidad justamente en el
acto de la comunicación.
En
los cuentos de El mundo del ogro se
observa justamente, a nivel de la autoría implícita de los textos, la necesidad
y el imperativo por llevar a la escritura lo ocurrido en los tiempos del horror,
donde se generó el trauma que vivió y vive todavía la sociedad chilena.
IV-
Otro tema relevante que se enlaza a los anteriores es el tema del miedo. En los
cuentos de El tiempo del ogro el
miedo está instalado en el centro mismo de la representación de mundo, en cada
uno de los personajes, en cada conciencia narrativa. Según el sociólogo Norbert
Lechner, en su artículo titulado “Nuestros miedos”, la dictadura generó distintos tipos de miedo,
los que trascendieron en el tiempo y se observan activos en tiempos de la
transición democrática. En el caso de El tiempo del ogro, la principal forma
de miedo que se observa es lo que Lechner define como el miedo al otro, quien
pasa a ser visto como un potencial
enemigo o agresor. Desde la perspectiva
de Lechner, el miedo generalizado al otro
no se limita al orden de una eventual violencia física, sino también a
una amenaza que gravita en la cotidianeidad de una sociedad altamente
competitiva. El miedo al otro y la falta
de confianza revela a su vez la fragilidad del tejido social y revela que la
modernización incrementa por un lado diversos tipos de transacciones, pero no
logra generar lazos sociales. La
mercantilización operando en todos los
planos de la sociedad moderna y
especialmente por los circuitos de la globalización no posibilita el
aquilatamiento de identidades colectivas.
Es
interesante apreciar cómo estas reflexiones de Lechner son absolutamente
pertinentes para los efectos de analizar los cuentos de El tiempo del ogro. En varios de los relatos se observa, por
ejemplo, la sospecha de que el otro puede traicionar y que cualquiera puede ser
un esbirro de la dictadura que se ha
inventado una determinada identidad. Se observa así un tejido social
herido, donde más que proyectos de vida
lo que se predomina es el sentimiento de culpa y el temor a haber traicionado a
alguien y no haber hecho lo suficiente
por los otros. Como afirma el amigo del narrador de uno de los cuentos: “Si
sobrevivimos es porque en algún momento cometimos una traición, por
insignificante que sea! (…) “La
sensación de haber traicionado algo, en algún momento, para seguir viviendo”
Algunas palabras sobre cada uno de
los cuentos:
Esperándolo: El terrorismo de estado y la
represión colándose por todos lados, por las calles, la plaza y los espacios de
intimidad, como las casas. Casa como lugar expropiado. Temor generalizado en
las familias, el miedo de perder al Otro. Los sueños elaboran justamente el miedo, sueño no como especio de
liberación ya sea del deseo, sino como episodio de extensión del horror, el
miedo.
El hombre frente a la máquina: motivo de la casa tomada (como en Cortázar) pero aquí la causa
es la represión dictatorial. Casa tomada, casa violada, casa violentada.
Perros: Puede leerse como cuento fantástico
o no. Relato sobre una subjetividad delirante, obsesiva, limítrofe. La dictadura enfermó a la gente.
Bajo el bosque: Dimensión poética del lenguaje,
prosa poética, para realizar una denuncia del desaparecimiento y crimen de un
amigo. Se denuncia la crueldad de la tortura y lo que ello genera. La puesta en
valor del sentimiento de amor profundo por el Otro. Sentimiento que conecta con lo positivo y lo
puro del ser. El relato trata de
entregarle al amigo desaparecido todo lo que la muerte y el crimen le negó.
Auschwitz: Cuento fantástico. Repercusión del pasado en el presente. La circularidad de la historia y el genocidio.
La posibilidad de exterminar a los seres humanos, por pensar distinto, no solo
en la imaginación literaria, sino también en el orden de la representación.
La hora del recogimiento: Otro cuento fantástico. Un hombre
atrapado por una experiencia delirante.
El vínculo: Cuento que relata las formas en que
los resistentes al sistema debían juntarse clandestinamente para resistir en
tiempos de dictadura. Estrategias, tácticas. Se da cuenta de la tensión que
todo ello implicaba en la cotidianeidad. Se reflexiona a la vez respecto a cómo
en medio del horror podían generarse
situaciones llenas de humanidad, humor y vitalidad.
El visitante: El amor en tiempos de represión:
“Cuando se sabe con plena certeza que uno no está solo, cuando se descubre de
pronto tanto amor oculto debajo de los rostros”. El amor por el otro es amor
también por un proyecto de sociedad integrativo, donde la amistad, el respeto
eran las vías por donde se expresaba el deseo genuino de comunidad espiritual.
Peatón en la esquina: La persecución constante y la
vigilancia que existía en esos días. Cualquiera podía ser un vigilante. Se
observan tipos que matan, se disfrazan,
mutan, están en todos lados; la ubicuidad del mal. Persecutores “ávidos de sangre”.
Vigilancia que penetra en los espacios íntimos, incluso en los sueños de los
personajes. Lo vivido en dictadura fue un infierno. Pregunta relevante: ¿Cómo
sobrevivir? Lo que quedará inscrita en
el texto será la figura del sobreviviente. Cuento donde se observa nítidamente
la oposición que existía entre la generosidad de quienes luchaban por la
libertad y el odio y la crueldad de los represores.
Nunca dejarás: Nuevamente aparece la experiencia
de soñar. Sueño como espacio de revelación. Después de sobrevivir a la muerte se puede
comenzar a sobrevivir de otras maneras.
Lugares secretos: Toque de queda: momento de la
aparición de monstruos: “ese monstruo es verdadero, que vigila desde las
sombras con sus ojos crueles y sus garras de miedo…”. La palabra pesadilla se
repite en más de un cuento. Así como la infancia se experimenta como lugar de
cobijo, como la etapa del amor familiar, del amor, del deseo sexual, de la expectativas,
el presente de la dictadura se vivencia
como lo absolutamente opuesto, esto es, como la anulación de todo la preciado
de la infancia, un presente signado por la desesperanza en el futuro y por la
sensación de estar ante “las cenizas de una posibilidad definitivamente
destruida”
Estás cayendo: Se recupera la etapa de la infancia
y la conciencia social que podía tener un niño ante las injusticias. El
presente de la dictadura es también el tiempo de la resistencia, de la protesta, de “los que habíamos escogido el campo de
batalla de las ideas libertarias” de
quienes lucha por la libertad. La efervescencia de la Resistencia: “la
interminable lista de hitos de la lucha en contra del horror”.
Foto de portada: También hay humor en alguno de los
cuentos como en el caso de Foto de portada. Hay también acceso al goce, al sexo, pero, por supuesto, todo en el marco de la experiencia de la
dictadura.
Luz y sombra: cuento que se focaliza en el día del plebiscito. Cuento con carácter
testimonial “la gente volcó a las calles y yo fui uno más de esa multitud”. De
eso es lo que quiero hablar”.
Después de treinta años: Oposición entre el pasado /y el
presente desde el cual se narra. Por un lado están los que fueron jóvenes en
los años 70, en tiempos de candidez
política donde sí era posible encontrar “corazones llenos de fuego y de poesía”.
En el presente, en cambio, lo que se busca es la mera complacencia, el ascenso
social, metas inalcanzables. Expresión
de lo que Erich Fromm definía como el Homo Consumans.
El hombre indistinguible: El castigo social de quienes
formaron parte pasiva de la represión aunque no hayan sido criminales pero son cómplices
silenciosos. Cada uno con su propio castigo social.
Yesterday: Cuento de amor. El otro siempre como
un misterio, una plenitud inalcanzable, amor
en medio de la lucha clandestina, Las
relaciones amorosas están cruzadas por lo que sucede en dictadura. Es una
relación donde está el pulso de la ciudad. Es la época de enamoramiento; en
tiempos de dictadura todo se vuelve confuso; la felicidad solo como instantes
efímeros. El escepticismo como la
posición más verdadera.
Ojos un poco perdidos: Se ve el estado de ánimo que quedó
en el presente de la generación postdictadura: “saudades, arrepentimientos,
frustraciones, soledad, vacío, urgencia, tristeza, nostalgia, rebeldía vana,
carencias subterráneas, miedo”. Se visualiza un presente sin esperanzas de
futuro: “Se ama en medio de una humanidad demasiado cargada de odios; caminando
sin esperanzas, no porque no las tengan, sino porque no las hay”
El tiempo del ogro: Cuento que da el título al libro y
que condensa todas las líneas narrativas presentes en los diversos cuentos. Se
reflexiona sobre las maracas que dejó la tortura en muchos de los compañeros de
lucha- Muchos jamás pudieron recuperarse de la experiencia vivida, otros se
suicidaron. Se plantea el dolor que significó para algunos sentir que no había luchado con más fuerza para salvar a
un amigo. Se experimenta una sensación de derrota generalizada y en un tiempo
presente donde el pasado tiene a diluirse en pos de un hedonismo fácil y
despolitizado.
Conclusiones:
El
tiempo del ogro es un libro donde pasado y presente se articulan de manera que
se hace muy difícil imaginar una idea de futuro. A nivel del discurso de las ideas del libro
el futuro no asoma como una posibilidad cierta, como si no existiese un rostro
que pudiese capturarlo a través de la
imaginación narrativa. Se advierte en este sentido como una especie de clausura
simbólica y la inscripción en la textualidad
de un profundo sentimiento de decepción no solo respecto a lo sucedido en el
pasado, sino también en lo relativo al presente desde el cual se narra, un
tiempo donde han desaparecido las utopías, los ideales y donde lo único que se
advierte es un pragmatismo a ultranza, el cálculo y, tal como afirma el
narrador de uno de los cuentos, el “predominio de la lógica de los intereses,
aquella que ha impulsado la historia humana pisoteando los ideales, reiterando
el ciclo de desesperanza y decepción”. Lo
que se perfila de esta manera es una forma de sobrevivencia que oscurece
cualquier proyecto vital. Es elocuente que en varios de los cuentos sea
gravitante la compleja figura del sobreviviente, la que porta en su significado la sensación de miedo al
futuro y, especialmente, la pulverización de los sueños colectivos. Es
pertinente aquí la reflexión de Ana Longoni, que afirma que “el sobreviviente
aparece como portavoz de un reconocimiento que todavía hoy no puede ser
escuchado por muchos: el proyecto revolucionario sufrió una derrota en esas
miles de vidas y en el terror que con la represión de Estado se impuso en la
sociedad” (Longoni 297).
Sin
embargo, en El tiempo del ogro, puede
advertirse, en el discurso de ideas de los diversos cuentos, que a pesar de
todo, todavía sigue siendo posible recuperar algo de lo perdido en el pasado.
Según el narrador de el cuento que da título al libro, ello es pensable: “porque
todavía allí adentro moran los espectros de los sueños, en un lugar inalcanzable
para los pragmatismos. Ahí en lo más profundo de nosotros mismos hay un sitio
donde residen los mayores anhelos que tuvimos alguna vez”. Esta dicotomía, de sesgo benjaminiano, neutraliza de alguna manera el tono
desesperanzado del libro, y posibilita, oblicuamente, por cierto, percibir una
cierta esperanza en el futuro.
El tiempo del ogro de Diego Muñoz es un libro donde los
temas de la memoria, el trauma social, el pasado y el duelo colectivo se articulan en una visión de mundo donde es develado,
desde diversos ángulos, el complejo
ideologema de la dictadura. Puede
afirmarse –sin temor a exagerar- que no
se ha escrito en Chile otro libro que haya logrado esto antes y que lo haya
hecho con la misma contundencia que se observa en este último libro de Diego
Muñoz Valenzuela.
Cristian
Montes