01 abril, 2010

El eterno aprendiz


El eterno aprendiz de alguna forma se esforzaba, pero nunca lograba su cometido. Se mantuvo en aquella condición por décadas. Sus antiguos colegas se fueron convirtiendo en altos dignatarios y sabios a ultranza. Mas el eterno aprendiz no reconocía aquella categoría y rechazaba aprender de quienes habían alcanzado la talla de maestros. Los cuestionaba, manifestaba su altanería en todas las formas posibles, se comportaba como un mosquito aguzado y hambriento.
A poco andar, la mayoría de sus compañeros lo superaban. Estaban dispuestos a aprender, esa era la clave. El eterno aprendiz estaba convencido que ya lo sabía todo, por ende le estaba vedado aprender. Y ese fue su destino, su función en la vida, un eterno aprendiz.

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