29 agosto, 2010

Tragicomedia doméstica


Presionó el interruptor de la luz y se encendió el televisor. Apagó la estufa y se activó el despertador. Enfurecido, partió a la cocina para encender el hervidor, pero sólo consiguió activar la calefacción. Abrió el refrigerador y saltó el tostador. En vez de servirse un vaso de agua, activó el regadío automático. Desesperado, salió de la casa y trató de arrancar el automóvil. Se encendieron todas las luces de la casa. Presionó el control remoto del portón automático para escapar y se activó la alarma. Arrastrado por una mezcla de desazón y miedo, hundió con fuerza la bocina. Entonces todo se fue a negro.

1 comentario:

Víctor dijo...

Buen texto, Diego, muy buen texto. Un saludo.

 
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