30 agosto, 2018

Una vida entre nieblas: Por Ramón Díaz Eterovic

Diego Muñoz Valenzuela: una vida entre nieblas
Por Ramón Díaz Eterovic

Esta presentación del reciente libro de Diego Muñoz Valenzuela tiene algo de guiño al tiempo, a cosa vista en el pasado, y siento que al igual que las viejas paredes que hoy nos rodean y que nos cobijaron en otro tiempo más oscuros que los actuales, los involucrados somos más o menos los mismos que hace unos cuantos años atrás solíamos presentar nuestros primeros libros: “No ha terminado” del mismo Diego; “No queda tiempo” de Jorge Calvo, o “Para nunca olvidar” de José Paredes, quien también oficiaba de editor de los libros mencionados y unos cuantos más al alero de su editorial Sinfronteras que por entonces daba vuelo a muchos de los textos de los autores que entonces decían ser escritores jóvenes y andaban con sus cuentos inéditos bajo el brazo a la espera de que un rayo iluminara el entusiasmo de algún editor inspirado. Desde entonces, el tiempo se ha encargado de espantar las prisas propias de los escritores primerizos, y lo escritores de entonces seguimos disfrutando con los quehaceres de la imaginación y la escritura.

La época social y política que le tocó vivir a la generación a la que pertenecemos con Diego Muñoz dejó marcas de las que es difícil sustraerse, y en muchos aspectos han condicionado el quehacer colectivo e individual que hemos asumido, incluida nuestra literatura y los temas asumidos en ella. Algo al respecto escribimos con Diego sobre esto en el prólogo de la antología “Contando el cuento” que publicamos hace uno 30 años a la fecha. “Nuestra adolescencia terminó y continuó al mismo tiempo. Terminó cuando hubo que pensar en enfrentar aquello que nunca soñamos ver. Continuó porque los anhelos se petrificaron; comenzó una era de hibernación hasta el momento en que todo volviera a ser como antes. Las dos actitudes han coexistido en nosotros, no sabemos si para bien o para mal de la narrativa que hacemos, pero es un hecho que está ahí impregnando nuestra literatura. Somos hijos de este tiempo que nos ha tocado vivir. Ha sido y será difícil vivirlo y escribirlo, sim embargo esa es la misión que nos corresponde y la asumimos con plenitud, incluso con alegría, porque no decirlo”.

La amplia lista de los libros publicados por Diego Muñoz desde los 80’ a la fecha es un buen ejemplo de la obra de los escritores que alguna vez nos sentimos partes de una generación llamada de “El Golpe” o “N.N.”. Los libros de Muñoz son parte de una obra que siempre ha invitado a la reflexión sobre asuntos de nuestra historia y de la condición humana con su variedad de brillos y miserias.

Hace quince o veinte años, una periodista de un diario “de cuyo nombre no quiero acordarme”, como diría el viejo y querido don Miguel, me preguntó si no pensaba si ya no se había escrito lo suficiente sobre la época de la dictadura, si todo aquello relacionado con la violación de los derechos humanos no estaba acaso pasado de moda.  De moda, dijo. Como si los derechos humanos fueran una canción de Madonna o Luis Miguel. La pregunta, aclaro, fue varios años antes de que se conocieran los informes Rettig y Valech, que a su modo certificaron hechos que durante mucho tiempo habían sido negados u omitidos por los pinochetistas y casi toda la gente de derecha de nuestro país.  Por supuesto que a la periodista le respondí que no, porque tenía y tengo aún la convicción que los años de dictadura son una suerte de gran novela colectiva de la que no se han escrito todos sus capítulos, y por eso sigue teniendo tanta presencia en la narrativa chilena. Los años de la dictadura fueron y lo siguen siendo –aunque no de manera exclusiva- el motivo recurrente en las historias escritas por quienes  comenzamos a escribir en el tiempo del ogro, como señalamos con Diego en la vieja antología ya mencionada.

Y por lo tanto, me parece que “Entrenieblas” (Editorial Vicio Impune) es un nuevo capítulo de esta novela colectiva que se ha estado escribiendo, incluso con la participación de autores más jóvenes que hoy nos muestran las imágenes de la dictadura desde sus miradas infantiles o juveniles de entonces. “Entrenieblas” nos sitúa en los años iniciales de la dictadura, los que son vistos desde la mirada desconcertada y a rato temerosa de Diógenes, un joven de 18 años que inicia sus estudios universitarios al mismo tiempo que vive su despertar sexual y asume, con alguna duda al principio, un compromiso político impulsado por las circunstancia políticas, y también por los principios heredados de sus padres.

Para quienes conocemos a Diego, es casi automático reconocerlo en la figura de Diógenes, como también apreciar el tierno y vívido retrato que hace de sus padres escritores: Diego e Inés, Eduardo y Emilia en la novela. Ambos están dibujados con líneas muy finas y seguras, que al menos en mi caso, me hizo volver muchas veces al recuerdo de ellos cuando visitaba su casa de la calle Palqui.  Y me detengo en esto, porque pienso que más allá de las anécdotas políticas, esta novela cuenta una significativa historia de amor entre un hijo y sus padres. Y cuando esta historia fluye, me parece que estamos en los momentos más intensos y logrados de la novela. La relación entre Diógenes y sus padres está narrada con profunda calidez y ternura. Especialmente significativas me parecen las páginas en las que se cuenta el regreso de los padres a casa después de haber asistido al funeral de Pablo Neruda. Dos o tres imágenes bastan al hijo para apreciar y comprender la tragedia que están viviendo sus padres, como representantes de una generación que se comprometió con los cambios sociales propuestos por Salvador Allende. También esta parte de la novela habla de algo que no he visto tratado con frecuencia en la narrativa chilena. Me refiero al quiebre o las dificultades que generó la dictadura en muchas familias. Y no habló solo de aquellas familias que perdieron o vieron detenidos y desaparecidos a sus padres o hijos; sino también de aquellas en que la cesantía, la marginación, el odio de los vecinos, entre otras cosas, cayeron sobre ellas, quebrando en muchos casos sus destinos.

Diógenes se embarca en el trabajo político que busca resistir a los embates de la dictadura. Y no es el único, porque también lo hacen otros de sus compañeros de estudios, alentados por un anhelo innato de libertad. Es sin duda, la historia de muchos, y de algún modo la historia de nuestro protagonista puede llegar a representarla. Diógenes es un sobreviviente de la época que se narra. Un sobreviviente del temor, la desconfianza y de las terribles tenazas de la dictadura. Es la historia de jóvenes de nuestra generación; a los que a veces sólo conocimos por sus chapas clandestinas y varios de los cuales fueron quedando en el camino, víctimas de la represión.

De esto y algo más nos habla Diego, y lo hace recogiendo los aspectos esenciales de las historias reales que se narran, sin caer en lugares comunes ni con una retórica que pudiera acercarse a una literatura para convencidos. Diego Muñoz teje un tenue telón de fondo por el que pasan los  sentimientos individuales y colectivos, y sobre ese telón hace actuar a una serie de personajes que en todo momento resultan auténticos.  Otro aspecto logrado de la novela es la recreación de la atmósfera que se vivía en dictadura. Las calles grises y vigiladas; los ruidos nocturnos, el temor, la desconfianza, los límites impuestos por el toque de queda. Si caer en tonos recargados, Diego Muñoz nos hace vivir la atmósfera de una ciudad, de un país, bajo vigilancia. Nos habla, como él dice en el prólogo, de una ciudad inundada por una niebla densa y persistente; y al hacerlo nos devuelve la imagen de un tiempo que, por cierto, no quisiéramos volver a vivir.

La novela tiene una emotividad que atrapa al lector; y tiene una estrecha relación con la primera novela de Diego: “Todo el amor en sus ojos”. Tal vez podría ser su continuación o una especie de eco en tono menor. En ambas hay un mundo juvenil que se rebela contra el poder que todo lo empobrece o elimina.                                                                                  Con esta novela Diego nos entrega otro episodio de la historia que le tocó vivir, y lo hace con el estilo y la sensibilidad que le conocemos.


Fragmento de texto leído en la presentación del libro “Entrenieblas” de Diego Muñoz Valenzuela. 11 de julio de 2018. Casa del Escritor. Santiago.


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