06 junio, 2006

ANTOLOGÍA DE CUENTOS CHILENOS EN ESPAÑA


La editorial Siruela ha publicado la antología Cuentos chilenos con la participación de los siguientes escritores chilenos: Ana María del Río, Poli Délano, Sonia González, Diego Muñoz Valenzuela, Virginia Vidal, Fernando Jerez, Pía Barros y Francisco Rivas. El volumen ha sido preparado por el escritor y crítico italiano Danilo Manera y la editorial Feltrinelli ya ha anunciado su publicación en ese país. El contrato a nombre de los ocho escritores fue realizado por Letras de Chile, y es otro paso más en nuestra búsqueda por expandir las fronteras de la literatura chilena.

Presentación del volumen en el catálogo Siruela: "Una mujer que borda en punto de cruz sobre un tapiz los amores y los odios de su pueblo, dos amigos boxeadores que compiten en el ring y en la vida, unas mujeres que moldean en barro a sus hombres desaparecidos, una mujer que atraviesa un desierto para llevarle a un recluso una sandía, un hombre que persigue un raro espécimen de mariposa por puro afán de perseguir algo, son algunas de las historias con las que pretendemos dibujar otro pequeño pero original mapa literario de este país.

Ana María del Río, Poli Délano, Sonia González, Diego Muñoz Valenzuela, Virginia Vidal, Fernando Jerez, Pía Barros y Francisco Rivas son los autores que integran esta antología preparada por Danilo Manera. Víctimas de la represión tras el golpe militar de 1973, tuvieron que escribir con un lenguaje a menudo sesgado y alusivo, y publicar en revistas de corta vida. Quizá por ello, aunque son muy reconocidos en Chile, casi ninguno había sido publicado hasta ahora en España ni en el resto de Europa.

Danilo Manera (Alba, 1957), escritor y crítico italiano, es profesor de Literatura española en la Universidad de Milán. Ha preparado ediciones italianas de numerosos autores españoles, entre otros de Rafael Sánchez Ferlosio, Álvaro Cunqueiro, Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Ramón Gómez de la Serna o Emilia Pardo Bazán, así como antologías de cuentos cubanos, canarios, vascos, gallegos, colombianos, haitianos y chilenos. Con Siruela ha publicado Cuentos dominicanos (una antología) en 2002".

04 junio, 2006

Un cuestionario caprichoso

La corporación Letras de Chile (www.letrasdechile.cl) está difundiendo un cuestionario con la solicitud de que sea respondido por los escritores con el propósito de reunir el parecer de los escritores sobre temas caprichosamente planteados por un grupo de personas. Aquí están las respuestas de Diego Muñoz Valenzuela.

1. ¿Por qué escribe usted?

Forma parte de mi existencia, de mi forma de vivir. No puedo evitarlo. Crecí entre escritores (mis padres, sus amigos) y artistas. En consecuencia nunca me pareció un quehacer especial. Después de mucho tiempo comprendí que no era una actividad habitual, sino una manera de vivir, un oficio. Mucho antes de aprender a escribir garabateaba signos en un cuaderno de croquis; después leía esa escritura ideográfica asumiendo la forma de poemas inundados de onomatopeyas (así como al estilo de Maiakovski). Fui colaborador permanente del diario mural en mi escuela básica; allí entregué semanalmente mis primeros cuentos y crónicas. En el liceo gané algunos premios sin darle importancia.

Por fin, para llevarme la contra, estudié ingeniería y a las pocas semanas me encontré a mí mismo escribiendo un cuento fantástico, sentado de la última fila de un curso de cálculo diferencial con doscientos alumnos. En ese instante tomé conciencia de la vocación, pero siempre escribí, desde el principio.

2. ¿Para qué sirve la lectura?

Es un misterio enorme. Creo que lo fundamental es algo que se relaciona con el alma, el espíritu, la mente, la conciencia, como sea que se llame aquello que hace de nosotros personas y no cosas. Si sólo hiciéramos actividades estrictamente “útiles” (en el sentido más productivo y material de esta palabra; dándole la carga más neoliberal que resista) seríamos explicables, fácilmente reductibles a modelos sociológicos, como las colonias de hormigas, las manadas o los cardúmenes.
A mí la lectura me sirve para seguir viviendo; no podría lograrlo de otra forma. Es mi principal estrategia para ser feliz. Soy feliz, pleno, cuando leo y muy intensamente cuando escribo; la recompensa está asociada al acto mismo de escribir, no a sus eventuales efectos. Leer y escribir me producen un goce que nada tiene de hedonismo. Es una actividad, un trabajo que me hace feliz.

Si sirve para algo la lectura es para soñar, imaginar, pensar. Se relaciona con lo más decantado de la naturaleza humana, como otras manifestaciones del arte y de la ciencia. La creación está en el centro. No puede haber justificación mayor para la existencia que la creación de algo donde reside la semilla de la novedad.

3. ¿Con qué libro despertaría el amor de un adolescente a la lectura?

Con una variedad de libros capaces de tocarlos, con temáticas que se relacionen con su vida actual, con la coyuntura que los preocupe. Por ejemplo con microcuentos: cuentos muy cortos, cargados de imaginación y de lenguaje, historias ínfimas que los hagan soñar. Relatos rápidos, fugaces y profundos que se adecuan a su naturaleza de adolescentes en pleno cambio, insertos en un mundo de enorme dinamismo. O historias mágicas, literatura fantástica, por ejemplo EL HOMBRE ILUSTRADO o las CRONICAS MARCIANAS de Ray Bradbury; los inmejorables y escalofriantes cuentos de terror de H. P. Lovecraft; la antología de ciencia ficción chilena AÑOS LUZ que acaba de publicar Marcelo Novoa.

Sin duda cualquier adolescente debiera disfrutar la lectura de una novela maravillosa sobre esa edad como EL CAZADOR OCULTO de Salinger, y los cuentos de Charles Bukowski con el sabor de lo prohibido.

4. ¿Qué escena memorable de la literatura chilena recuerda usted?

Varias, más de una. Fernando Jerez mencionó una escena admirable: el momento en que el arriero Rubén Olmos afronta la fatalidad del destino en el bellísimo cuento LUCERO del rancagüino Óscar Castro. Agrego otras escenas memorables a la lista de honor. El final dramático del cuento EL PADRE de Olegario Lazo Baeza, enfrentado al desprecio de su hijo militar que se avergüenza de su condición de campesino pobre. El patético descenso a los infiernos de MÍSTER JARA, personaje del dominio de Gonzalo Drago, triste imitador de sus amos gringos en el mineral. El triunfo de la solidaridad humana en EL VASO DE LECHE de Manuel Rojas.

5. ¿Qué libro le regalaría a todos los estudiantes chilenos?

Para ser generoso, les regalaría una biblioteca selecta que despierte su amor eterno por la literatura. Algunos volúmenes sugeridos:

Una selección de poemas de Pablo Neruda, donde no pueden faltar algunos poemas: Walking Around, Tango del viudo, Poema XV, Poema XX, Explico algunas cosas.

Una buena selección de poetas chilenos que se les clave en el alma: Enrique Lihn, Jorge Teillier, Gonzalo Millán, Raúl Zurita, Pezoa Véliz, Óscar Hahn, Rolando Cárdenas, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Manuel Silva Acevedo, Alberto Rubio, Rodrigo Lira, Juan Luis Martínez y más, porque es verdad es que tenemos grandes poetas en este pequeño país con vista al mar…

LA TIA JULIA Y EL ESCRIBIDOR de Mario Vargas Llosa para que aprendan que la buena literatura y la risa pueden caminar juntas. Cualquier libro de cuentos de Julio Cortázar (por ejemplo HISTORIAS DE CRONOPIOS Y FAMAS) y Jorge Luis Borges (por ejemplo EL ALEPH). El LLANO EN LLAMAS de Juan Rulfo para que toquen el cielo de la literatura.
Por último les regalaría CUENTOS EN DICTADURA, selección de relatos de autores chilenos escritos y publicados durante el régimen militar, para que vean las diversas dimensiones humanas de la tragedia que el país vivió, y exorcizar esos demonios para que jamás regresen.

6. Si fuera presidente de la república ¿qué medida tomaría a favor de las letras?

Propondría un “paquete de medidas” como tanto les gusta decir a los periodistas y los políticos:
  1. Otorgaría el Premio Nacional de Literatura en forma anual y por género: Novela, Cuento, Poesía, Ensayo.
  2. Le pediría a un grupo de escritores potentes que imaginaran la forma de motivar a los jóvenes a leer, y haría lo que ellos propongan.
  3. Enviaría escuadrones de escritores por todos los rincones del país a enseñarle a los alumnos de las escuelas por qué debe amarse la literatura tanto como a la vida. Nadie ama la lectura y la literatura como los escritores. Además es bueno darles trabajo a los escritores, pagarles por ello, porque es un oficio como cualquier otro.
  4. Cobraría muy barato para enviar libros por la empresa de Correos de Chile (desayúnense: hoy día es más caro enviar un libro como tal que enviar una carta de igual peso)
  5. Crearía un subsidio a la exportación de literatura chilena a través del fomento a las traducciones a lenguas extranjeras de obras que sean publicadas por editoriales de ultramar.
  6. Aumentaría las becas para escritores en cantidad y monto, para que puedan dedicarse efectivamente a escribir.
  7. Apoyaría las buenas iniciativas de difusión literaria en revistas, páginas web y otros medios, porque forman parte de la libertad de expresión que un estado moderno debe garantizar.
  8. Revisaría los programas de lectura de escuelas y liceos para limpiarlos de lugares comunes, de antiguallas y vestigios de censura.

7. ¿Qué poema interpreta sus sentimientos?

Me rebelo contra la intención exclusivista y unidimensional de la pregunta. Las posibles respuestas son infinitas, como la biblioteca de Borges. Cada día tiene una respuesta posible. Pero hay algunos que se me vienen a la memoria con ímpetu ahora que los estudiantes toman el centro de la atención con su estupendo movimiento: “Aullido” de Ginsberg. “La ciudad” de Gonzalo Millán.

“Autorretrato” de Nicanor Parra, unos pocos versos: “Observad estas manos / Y estas mejillas blancas de cadáver, / Estos escasos pelos que me quedan / ¡Estas negras arrugas infernales! / Sin embargo yo fui tal como ustedes / Joven, lleno de bellos ideales; Soñé fundiendo el cobre / Y limando las caras del diamante: /Aquí me tienen hoy / Detrás de este mesón inconfortable / Embrutecido por el sonsonete / De las quinientas horas semanales”.

Y un fragmento de Pablo Neruda, del Libro de las Preguntas: “Dónde está el niño que yo fui, / sigue adentro de mí o se fue? / Sabe que no lo quise nunca / y que tampoco me quería? / Por qué anduvimos tanto tiempo / creciendo para separarnos / Por qué no morimos los dos / cuando mi infancia se murió? / Y si el alma se me cayó / por qué me sigue el esqueleto?”.

8. Si usted fuera un torturador literario ¿que autor obligaría a su víctima a leer y releer sin fin?

Supongamos que alguien tuviese méritos para merecer una tortura de esta clase: blanca, suave, sutil, incomparable al horror vivido en la dictadura militar. Pensemos en que fuera algunos de aquellos torturadores reales, uno de esos monstruos incomprensibles. O uno de aquellos que impartían las órdenes de la tortura. Como me cuesta creer que no haya siquiera un vestigio de humanidad en esos seres, en un primer año los haría leer los testimonios de la tortura, las obras de los escritores asesinados y perseguidos. Si no hay emoción, si no surge el arrepentimiento, les daría a elegir entre la Guía Telefónica y las obras completas de Paulo Coelho.

9. Confeccione un menú literario: entrada, plato principal y postre

Entrada: un picoteo de poesía universal: Whitman, Miguel Hernández, Esenin, Maiakovski, García Lorca, Neruda, Prevért, César Vallejo, grandes viejos maravillosos y entrañables.

Plato de fondo: “Las mil y una noches”

Postre: “El club de los parricidas” de Ambrose Bierce



10. ¿Qué libro le ha excitado?


Si la intencionalidad de la pregunta es erótica, hay una respuesta primigenia: LAS MIL Y UNA NOCHES. A la altura de la docena de años llegó a mis manos temblorosas una buena edición –quiero decir una edición no pacata– de Las Mil y una Noches, frente a cuyos encantos caí embelesado, embrujado por la fábula de un mundo donde convivían magos, princesas de formas opulentas, ogros brutales, aves gigantescas y demonios carniceros, héroes indomables y hermosos. Me prosterné tempranamente ante ese libro maravilloso donde la sensualidad emergía a cada paso, en una mezcla extraña de realidad y fantasía, magia y materialidad, lucha por la supervivencia y goce carnal. El erotismo es por esencia inteligencia aplicada al cuerpo, y no simple carnalidad desatada; el erotismo sobre todo reside en la imaginación, en la búsqueda de lo nuevo, en la sorpresa más que en el rito. Eso me enseñó ese libro, antes de tiempo en opinión de mis padres que lo requisaron sin explicaciones, obligándome a desarrollar mi primera rebelión y a adoptar mi primer clandestinaje. Mis primeros sueños sexuales fueron con Scherazade, a quien imaginaba como una morena de ojos almendrados, senos despampanantes de aguzados pezones, labios eternamente húmedos, piernas largas y bien formadas, piel suave y tibia, y vulva ansiosa de recibirme a mí y a mis propias historias.

11. A su juicio ¿cuál es la mejor obra literaria adaptada por el cine?

Creo que “Blade Runner” de Ridley Scott va más allá de lo que P. K. Dick puso en su célebre libro –un clásico de la ciencia ficción moderna- “Sueñan las ovejas eléctricas con androides”. Es una película de una estética maravillosa en la fotografía, la actuación, la escenografía; impecable, sugerente, difícil de superar.

12. ¿Qué pregunta agregaría a esta lista?


Una pregunta para el desocupado lector de esta entrevista: ¿Qué leerás mañana?

02 junio, 2006

Literatura y contingencia

Un microcuento: Manifestación

El muchacho es delgado, pálido, ojeroso, casi quebradizo de tan espigado. Si un ventarrón despegara en ese momento se iría al cielo convertido en cometa. En cambio el policía que lo vigila es gigantesco y robusto, rebosa salud a través de sus mejillas coloradas. El muchacho vocifera refugiado a medias tras un lienzo que contiene sus demandas escritas con letra temblorosa. La masa de jóvenes vibra ante el monstruo verde enarbolando cascos, escudos y cachiporras. Viene la carga inevitable, las bombas, las pedradas, las molotov describiendo parábolas de fuego. El policía se abalanza sobre el muchacho, lo derriba, cae sobre él con su corpachón de toro, lo abraza mientras recibe patadas y pisotones. El muchacho se rebela y chilla desesperado. El policía lo moja con sus lágrimas, le besa la frente y continúa protegiéndolo con su corpachón de toro.
 
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