30 noviembre, 2013

Soberbia

Se creía la muerte. Le di la razón.

22 noviembre, 2013

Caballeros y dragones: la verdadera historia

Érase un dragón cuya fama consistía en cazar a los armados caballeros que pretendían acabar con su especie. Naturalmente, se trataba de un dragón muy gallardo y poderoso, invulnerable para las armas de acero de los humanos. Coleccionaba las cabezas de los desgraciados combatientes y las acomodaba sobre un mesón enorme. Allí se equilibraban torres de cráneos con sus respectivos yelmos. Con el tiempo, los caballeros fueron exterminados y se inició el reino de los dragones, que tras unas décadas acabaron por devorar al último humano. Ahora apenas quedan algunos vestigios de su civilización, a punto de ser olvidad.  Esta crónica se escribe para eterna gloria de nuestra imperecedera raza de dragones. 

16 noviembre, 2013

Tzanza 1

Aquel señor tenía cabeza de tzanza. Difícil de creer, pensará usted, pero así era. En todos los demás aspectos era completamente normal, excepto de la cerviz hacia arriba. Sobre el albo cuello de la camisa se instalaba aquella versión jibarizada de una cabeza humana, pequeña, ridícula y grotesca. Imposible de disfrazar… o disimular.
Tenía los ojos entrecerrados, como si habitara un sueño grato. Gruesos labios, pelo tieso y oscuro.

Me examinó desafiante. Sostuve su mirada. Los labios de la tzanza se estremecieron. Pensé que iba a dirigirme la palabra para maldecirme o predecir el futuro. Algo dijo, pero me resultó ininteligible. Se fue con gran priesa y desapareció entre los miles, millones de ciudadanos que recorren la ciudad en todas direcciones. El refugio perfecto.

08 noviembre, 2013

La maniquí

El día está precioso. Tras calzarte un vestido breve, te bajo al jardín. De pie te coloco junto a la fuente de agua en perpetua circulación. Tu mirada de niña luce un poco triste. Hago que mires hacia un punto indefinido del horizonte. Las horas transcurren en armonía. 

01 noviembre, 2013

Halloween

Se desnuda y coloca una lechuza sobre su cabeza. Tan hermosa es, que aún así, y cubierta de escamas, resulta electrizante. No me disuaden ni los arácnidos que caminan sobre su piel fría, ni las uñas filosas como cuchillos, ni la mirada cargada de fuego que ahora me dirige. Camino hacia ella, a sabiendas del final.
 
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