26 abril, 2016

Final trémulo

Sumergió la pluma y escribió un breve poema para despedirse, una especie de haiku. Se sacó los zapatos de tacón, la única prenda con que su creador la dibujó, y fue sumergiéndose lentamente en el mar de negra tinta donde estaba destinada a desaparecer.

22 abril, 2016

Onírico 2

En su sueño, que corresponde a la auténtica realidad, experimenta terribles pesadillas que lo enloquecen de sufrimiento y de miedo. Al fin el cansancio lo impulsa a cerrar los ojos y regresa a su pacífico universo de fantasmas; allí su alma se tranquiliza y reposa, luego es presa del tedio y prepara su despertar, que es el dormir.

14 abril, 2016

Que se cuiden

Desde mis ojos mira la Muerte. Lo supe ayer, de forma definitiva. Venía sospechándolo hacía meses, pero de pronto apareció la prueba irrefutable. No puedo narrar lo que aconteció, ni a quién le ocurrió; menos aún revelar mi nombre, pero créeme, la Muerte mira desde mis ojos. Desde allí juzga, medita acerca de los contrapesos reales, al fin decidirá acaso mereces seguir viviendo o no. Sucede que aprendí a oír sus pensamientos y develar sus designios. Ahora la oigo y sé lo que acontecerá. Nunca demora más de cinco minutos. No falla. Sin embargo, voy aprendiendo a vivir con esta maldición. No es tan malo, eso voy sintiendo. Sobre todo cuando el condenado es alguien a quien detestas o te hizo alguna en el pasado. Salgo a caminar cada día, a ver con quien me encuentro. Acepto toda clase de invitaciones; cenas, conferencias, debates, concentraciones. Veo a mucha gente. Debieras evitarme, pero no sabes quién soy. Tal vez nos encontremos.

05 abril, 2016

El tenue límite entre la realidad y la ficción

   
Por esas casualidades inexplicables, desperté a medianoche justo en el momento en que el personaje –una muchacha bella, sencilla y osada- saltaba de una de las páginas del libro abierto sobre la mesa y golpeaba con denuedo la maciza puerta que se le ofrecía en la página opuesta. Contuve la respiración para no espantar aquel instante mágico. Tras una espera que me pareció larga, la pesada puerta chirrió sobre sus goznes oxidados y la muchacha ingresó a través de ella. No pude ver nada más, la entrada quedó cerrada y yo, extático, esperando. Aún estoy aquí, aterido, inquieto, temeroso de que la noche acabe y ella no regrese.
 
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