30 noviembre, 2012

Juego de niños

El blanco oso de peluche se subió al camión decidido a jugar pesado. Atropelló al rey león y lo convirtió en papilla. Una risita ahogada se le escapó. Quedó salpicado de sangre: su pelaje había dejado de ser albo para siempre. Después le dio al payaso, luego al gorila electrónico y por fin a la maldita orca. Un mar rojo asoló el cuarto de juegos. Por suerte él era un oso de peluche y no tenía que dar explicaciones. Se acostó a dormir, exhausto y feliz.

23 noviembre, 2012

Auto intervención


Extraigo mi cerebro con cuidado y lo deposito sobre un plato. Es bastante más pequeño de lo que mi imaginación dictaba. Está cubierto en algunas partes por aditamentos oscuros como algas. Lo voy limpiando con un cuchillo filoso y mi entendimiento se aclara a medida que avanzo en la tarea. Secciono la gris materia y encuentro cientos de imágenes: algunas las borro, otras las conservo. Mi ánimo mejora ostensiblemente al final de la tarea. Siento la tentación de agregar recuerdos o capacidades, pero ignoro cómo hacerlo. Retorno el cerebro a mi cabeza. Me siento mejor. Suspiro, sonrío, me pongo de pie.

17 noviembre, 2012

Halloween 1


Cuando tras una serie de frenéticos golpes abrí la puerta, vi que la Muerte portaba en una mano un esqueleto decorado y en la otra la guadaña con siniestro y acerado brillo. Sin vacilar le asesté el hachazo cuando trataba de cerrar la consabida frase “dulce o travesura”. No alcanzó a terminar la última palabra. Lo impidió el golpe que segó su vida (si es que aplica tal concepto a este caso) y separó el cráneo del resto de su cuerpo.
Se acabó la fiesta y vino un gran silencio. Desde entonces nadie ha muerto. Quizás cometí un error.

08 noviembre, 2012



Breviario mínimo recibe medalla Colibrí

 El premio busca fomentar la literatura infantil de calidad y entregar un reconocimiento a los editores que potencian un mercado cada vez más amplio y novedoso. 

 En el marco de la 32° versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile, se entregó por primera vez la Medalla Colibrí, una distinción creada por IBBY Chile (capítulo chileno de International Board on Books for Young People, Organización Internacional para el Libro Juvenil) y el Centro Lector de Lo Barnechea para premiar las mejores obras de literatura infantil y juvenil editadas en Chile. Este premio entrega distinciones en cuatro categorías: literatura infantil, literatura juvenil, colecciones y labor editorial.

 Para los organizadores, la medalla “es un aporte indispensable en un medio que recién reconoce la literatura infantil como verdadera literatura y viene a saldar una deuda con los escritores, diseñadores, ilustradores y editores que hacen posible que estos libros se publiquen”.

 El volumen de microrrelatos ilustrados Breviario mínimo del escritor Diego Muñoz Valenzuela, fue distinguido en la categoría juvenil por “el uso preciso del lenguaje, al tono humorístico y al manejo de la ironía como herramienta de narración,  donde lo fantástico irrumpe sin permiso alguno dentro de lo cotidiano”. Diego Muñoz Valenzuela ha cultivado este género brevísimo desde mediados de los 70 y es uno de los principales exponentes contemporáneos del género en Chile e Hispanoamérica. Breviario Mínimo es su cuarto volumen de microrrelatos.

Breviario mínimo de Diego Muñoz,  editado  por Liberalia Ediciones y Simplemente Editores se suma a sus catálogos para fortalecer las colecciones que tienen como público objetivo a los primeros lectores y jóvenes. Mónica Tejos, Directora de Simplemente Editores expresa: “Queremos producir libros que puedan competir con la televisión o los videojuegos. Para esto es necesario buscar un lenguaje directo, imágenes atractivas e historias que los identifiquen”.

El conjunto de microrrelatos con ilustraciones de Luisa Rivera, pasea al lector por historias cargadas de humor, sensibilidad y lirismo, y por imágenes con un lenguaje visual directo y emotivo.

01 noviembre, 2012

La coleccionista de maniquíes


Coleccionaba maniquíes. Los mutilaba a voluntad. Amontonaba piernas, brazos, cabezas en diferentes habitaciones. Era un espectáculo dantesco e inocuo al mismo tiempo. Me ponía muy nervioso la contemplación de este espectáculo. Por fin, la abandoné. No dijo ni hizo nada. Solo me miró con sus enormes ojos. A veces me despierto a mitad de la noche, como si ella estuviera allí, esperando, presta a destazarme. 
 
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