05 agosto, 2007

Don Quijote 2005, II


Ulula con gran resonancia el teléfono celular de don Quijote, mas el hidalgo no transige y continúa cabalgando su rocín en derechura. Sancho resopla del otro lado de la línea, a Dios rogando que el caballero tenga a bien responder a la llamada que torciera el acechante destino. Dulcinea espera en la puerta de la iglesia con un ramo de orquídeas y exhala un suspiro al ver al caballero aproximarse al galope en lontananza. Viene por la avenida colmada de gentes que lo vitorean agitando banderillas de La Mancha. “Ella no es quien usted cree que es, don Alonso”, resuella el fiel escudero, “grandes decepciones le aguardan, mi señor, contestadme por la gracia de Dios”. Don Quijote carga con el rostro iluminado, sin hacer caso a la infernal sonaja.

Tomado de "De monstruos y bellezas", por Diego Muñoz Valenzuela, publicado en Julio de 2007 por Ediciones Mosquito
 
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