28 enero, 2017

Verano terrible

Nunca se fue el verano, al revés, las oleadas de calor continuaron o más bien arreciaron. Comenzaron los incendios de bosques y su magnitud fue en aumento; se fueron propagando a las ciudades. El cielo se tornó gris, rojizo en amaneceres y ocasos. La atmósfera se convirtió en una nube tóxica. Vinieron las enfermedades respiratorias: viejos y niños fueron víctimas de la plaga letal. Después, la muerte fue cundiendo entre los sobrevivientes. La gente huyó a los bosques y perecieron por millones en los incendios. Algo similar ocurrió en las urbes, amplificado por el caos creciente y por el surgimiento de pandillas criminales impulsadas por el instinto de supervivencia. Todo esto ocurrió en el espacio de unos pocos años. Así llegamos al estado actual de cosas.

12 enero, 2017

Víctor, te fuiste volando


Nos conocimos en los pasillos de Beaucheff, en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, en 1977, una época donde dominaban -no sólo en la vieja Escuela, sino en el país completo- los colores tristes, oscuros y hasta siniestros de las más penetrantes pinturas de Goya. Para reafirmar el dominio de Goya -como habría dicho Roque Dalton- se trataba de una cita clandestina concertada para discutir acerca de mi afiliación a la resistencia contra la dictadura militar. Quien me dio el santo y seña correcto en un día invernal -más invernal entre las paredes altas, grises y catedralicias- era Víctor López. Su nombre lo supe -porque debí saberlo, hubo razones para eso- varios meses después (de otros que conocí en circunstancias similares nunca supe el nombre y jamás volví a verlos). Tenía el mismo aspecto de sus últimas fotografías: barba espesa, ojos achinados y reflexivos, sonrisa fácil, jockey o quizás boina, camisa escocesa, chaquetón oscuro bien cerrado, bufanda de lana, bototos bien gastados.
La conversación iba a durar -según mi expectativa- pocos minutos. Tenía tomada la resolución de contestar negativamente a la invitación, que ya había sido reiterada en oportunidades previas. Mi postura era no ceder ante cualquier pérdida de libertad, a partir de una experiencia anterior de mala resolución y de mis reflexiones de incipiente escritor rebelde. Por cortesía estuve dispuesto a perder unos valiosos minutos de vida. Ahí entró Víctor. Escuchó mis argumentos con sus ojos rasgados, así como ensoñado; de hecho dudé que me estuviera oyendo. Pero escuchaba. Su respuesta fue contundente: “nunca he sido más libre que ahora, unido a otros, combatiendo contra la dictadura”. Después hablamos de poesía y otras yerbas, un par de horas. Al final le dije que lo pensaría y respondería en un par de días. Respondí que sí; esa es otra historia. Milité hasta el término de la dictadura y es uno de mis mayores orgullos. Más allá no fue posible, por mi mañosa conducta libertaria, mis dudas consustanciales, y el dogmatismo y la rigidez de otros, que siempre ayuda, desgraciadamente, en esta clase de dilemas.
Unos meses después, con otros queridos amigos (Jossie Escárate, Raquel Farías, Waldo Bustamante, Alfredo Corrales, Marcelo Farah, Octavio Vásquez, Carlos Gho, Boris Hiche y muchos otros) formamos el Taller Literario de Ingeniería, que invadió primero las salas con sus sesiones semiclandestinas (estaba rigurosamente prohibida cualquier actividad que no fuera oficial), después con sus lecturas públicas, actos literarios y la revista Pirka (donde publiqué mis primeros microcuentos en 1978, cuando el género ni siquiera tenía denominación), que alcanzó su cuarto número. La literatura invadió por varios años la Escuela de Ingeniería, combatiendo mano a mano con las integrales y las derivadas, y las fórmulas de mecánica, integrando a profesores del desaparecido Departamento de Estudios Humanísticos (DEH) Enrique Lihn, Felipe Alliende, Nicanor Parra; y escritores de todas las edades: Guillermo Blanco, Juvencio Valle. Rodrigo Lira, entre muchos otros.
El Taller de Ingeniería -de rigurosa orientación literaria y trabajo sistemático- no podía eximirse, de otra parte, de los deberes libertarios. A poco andar, se sumó con compromiso y entusiasmo a la ACU (Agrupación Cultural Universitaria) -recién nacida de la AFU (Agrupación Folclórica Universitaria)- y asumió múltiples tareas que lo pusieron en la primera línea de fuego de la lucha por la democracia. De la imaginación de Víctor -miembro del Taller, pero también representante de los mandos ocultos de la resistencia) surgió la idea de hacer un Foro donde se abordara el innombrable asunto de la intervención universitaria. La idea prendió y nos pusimos en acción. La actividad fue autorizada primero, y a poco andar prohibida, y reautorizada por intervención del Director de un Departamento. Ya era imposible detenerla. El Foro contó con la presencia del físico Igor Saavedra,  el escritor y periodista Guillermo Blanco y el físico Claudio Teitelboim (así se llamaba en esa época). Hablaron en ese orden y el ambiente fue elevando la temperatura, que estalló con el tercer orador, que habló sin tapujos sobre intervención y autonomía, libertad y represión, usando un juego de contrarios brillante. De ahí para adelante, hablamos los estudiantes; yo mismo hablé y no recuerdo para nada qué dije. Víctor me picaneaba por detrás para que hablara, ahora puedo decirlo. Libertad de expresión, democracia, participación, esa clase de palabras se escuchó con frecuencia esa mañana en la gran sala F 10. Todo fue grabado, pero la cinta magnética se la llevó la CNI, según me confesó Claudio Anguita, nuestro valiente Decano en ese entonces (estaba muy asustado al día siguiente, recibió quizás qué presiones); quizás exista esa transcripción. ¡Qué maravilla sería oírla!
Víctor López, el Indio López, se desarrolló como alumno de secundaria en el Internado Nacional Barros Arana, gran colegio republicano, de esos que fueron combatidos y casi exterminados, no sólo en dictadura, sino que también en democracia bajo el empeño neoliberal. En esa clase de colegios se formaba una estirpe de ciudadanos ejemplares, auténticos demócratas, seres cultos y humanos. ¡Cuánta falta hacen más de esas canteras en estos días! Allí fue alumno de un ser excepcional, el bibliotecario Oscar Godoy, un lector sabio, erudito habrá que decir, ávido de lecturas y siempre atento a recomendarte nuevos libros y autores. A Oscar Godoy le debo el contacto profundo y amplio con la literatura norteamericana, una de las más ricas y valiosas del siglo XX. Victor me habló de él muchas veces, por él lo conocí indirectamente, hasta que la vida y sus azares me llevaron a encontrar a Oscar Godoy unos años más adelante.
Víctor siempre estaba leyendo algo nuevo, no siempre literatura, Poseía una curiosidad insaciable: todo el conocimiento humano lo seducía  y le interesaba de un modo auténtico. Solía hacer preguntas de difícil respuesta, resultado de sus lecturas y profundas reflexiones de un momento particular. No le interesaba lo fácil, ni lo superficial, y una conversación real no podía ser breve ni de fácil despacho. Era así desde los veinte años y continuó así hasta el final recientísimo.
En 2016 se dedicó a viajar por América, Europa y ahora, el 2017, entraba en Asía. Seguíamos a través de Facebook sus evoluciones por el mundo con interés y sorpresa: parajes alucinantes, grandes bellezas arquitectónicas o naturales, comidas exóticas, personajes interesantes. Decidió esta bella e increíble forma de acabar su vuelo por la vida (siempre efímera, no nos engañemos). Me cuesta aceptar que no volveremos a conversar -ya no en dominios tan oscuros como los de Goya- como hicimos en épocas más recientes, menos luminosas de lo que hubiéramos querido. Otros quedaron en el camino en esos tiempos lejanos, terribles y complejos, a los que Victor sobrevivió con dignidad. Falleció durmiendo en el aeropuerto de Bangkok -eso me dicen y me calza la versión-, pienso que esperando el último vuelo, un acto poético digno de su temple y de su vida entera. Un abrazo, querido Victor, y hasta siempre.

Santiago, 12 de enero de 2016

Diego Muñoz Valenzuela

11 enero, 2017

La ruta del té: crónica de un breve e intenso viaje a China


Viajé a China invitado por la Academia de Literatura Taetea y el Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina (CRICAL) para participar en el Tercer Foro de Literatura Internacional Contemporánea en Lijiang (Taetea), en la sureña y hermosa provincia de Yunan, fronteriza con Laos, Birmania y Vietnam. Fue un viaje acelerado (estuve diez días allá más otros tres de largos vuelos), repleto de sorpresas y aprendizajes porque implicaba conocer un mundo desconocido (fue como una visita a un planeta perteneciente a una galaxia muy lejana, comentábamos con el escritor Mempo Giardinelli), y una continua experimentación en cámara rápida de nuevas sensaciones y conocimientos: olores, sabores, paisajes, lenguaje, costumbres.
Podría escribirse un libro completo acerca de estos diez días, con infinitas preguntas y algunas respuestas. La vivencia anima a repetirla en el futuro, para poder primero digerirla, procesarla, establecer hipótesis y regresar en busca de más información. Yunnan es una provincia en el enorme contexto de China (tiene cuarenta y siete millones de habitantes), con ciudades a una escala muy humana como Lijiang, sede del Foro, que tiene un millón de habitantes (Kunming, en cambio, la capital de Yunnan, es muy populosa: tiene seis millones de habitantes). Hay que agregar la presencia de mucho más de veinte etnias diferentes, todas las cuales son respetadas y apoyadas para asegurar su continuidad; en consecuencia es una provincia con un componente multiétnico muy importante. 
Lijiang es una ciudad en esencia nueva -China es un gigante en continuo crecimiento y expansión- pero con una tradición cultural muy asentada y poderosa. La Ciudad Vieja de Lijiang, que proviene del siglo XIII, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1997 por la Unesco, notable refuerzo al turismo que es consustacial a la zona, por su gran belleza, los impresionantes e imborrables paisajes de la Montaña de Dragón de Jade, coronada por nieves eternas. Lijiang es una ciudad montañea, a 2400 metros sobre el nivel del mar, con cielo azul y atmósfera prístina (que después echamos mucho de menos en Beijing). Curiosamente, la notable altura no se hace sentir, tal vez por la pureza del aire.
Entre las múltiples sorpresas, estaba la explicación del vocablo “Taetea” en el nombre del Foro Literario, muy destacado en las convocatorias, afiches, anuncios y profusa papelería destinada a la difusión. Taetea es un consorcio cuyo negocio es la producción y venta de un té de altísima calidad, el Pu’er, destinado a un exclusivo grupo de consumidores de gustos muy refinados. La empresa Taetea financia -entre muchas otras iniciativas de fomento al arte y la cultura- a la Academia Literaria que organiza el Foro, con el liderazgo del escritor Cheng Peng. Una situación como ésta es completamente inconcebible en Chile. Que una gran empresa nacional o la filial de una internacional financiaran un quehacer literario permanente; mucho menos un encuentro de escritores. Esto me hace ver que en China hay empresas que asignan valor al desarrollo del arte, y en especial a la literatura; es decir, comprenden el estrecho vínculo que existe entre cultura y desarrollo, y más específicamente entre lenguaje, literatura, cooperación y creatividad. Y me permito sentir una sana envidia, al menos la suficiente para formular esta pregunta (o más bien clamor): ¿Cuándo alcanzaremos en Chile un estándar semejante?
En este Tercer Foro estaba presente una apreciable cantidad escritores y escritores chinos de Yunnan y otras provincias, entre ellos dos conocidos por un viaje reciente a Chile organizado por CRICAL: Wen Xue y Ye Duo Duo, dos buenos amigos. Los invitados internacionales eran un escritor belga, una editora francesa, David López del Amo, un agente literario español avecindado en China, el gran narrador argentino Mempo Giardinelli (querido amigo con quien fue un enorme gusto compartir este viaje memorable) y este servidor. Además, una amplia gama de autoridades diversos países de CRICAL -presididas por su Subdirector, en Doctor en Literatura Sun Xintang-  y estudiantes curiosos e inquietos aprovechando al máximo esta experiencia de aprendizaje.
La inauguración del Foro, así como el cierre, se manifestó en actos con mucha presencia de público y gran interés de los medios de comunicación, televisión incluida. El Foro fue muy destacado en las noticias regionales; es posible que en ello influyera la presencia activa de autoridades de la ciudad y la provincia, así como de la Sociedad de Escritores de China, representada por su Vicepresidente, una autoridad considerada muy relevante por los medios (otra diferencia apreciable con Chile).
En el Foro, los únicos dos escritores que representábamos a nuestros países, y en cierto modo a Latinoamérica, pudimos ofrecer conferencias acerca del estado actual de nuestra narrativa en Argentina y Chile, y -respondiendo preguntas de los asistentes- referirnos a fenómenos tales como la circulación siempre escasa (una paradoja) de la literatura actual entre nuestros países de habla hispana, la multiplicidad y heterogeneidad de estilos, temáticas y tendencias,  proliferación, la proliferación de microeditoriales alternativas que coexiste con la presencia dominante de los grandes grupos trasnacionales, la influencia de la historia reciente en nuestra obra.
En mi ponencia tuve la oportunidad de reseñar la labor creativa de las tres generaciones activas en novela y cuento: la de los Novísimos, la del 80, y la de los  Hijos de la Dictadura, mencionando tendencias, características principales, exponentes destacados. Particular mención hice de los temas novedosos: el significativo y acelerado desarrollo de la novela negra y neopolicial, el renacimiento de la literatura fantástica y la ciencia ficción, la irrupción del microcuento o Minificción desde mediados de los 70.
También hubo oportunidad de visitar la ciudad de Lijiang y sus alrededores. La Ciudad Vieja es un auténtico monumento: casas medievales con bases de piedra, estructuras superiores fabricadas con bellas maderas, techos de tejas tradicionales con ornamentaciones muy cuidadas. Constituye un estupendo paseo para el día y la noche, cuando se convierte en lugar para la convivencia, compartir comida y bebidas, y hasta para el baile o el popular karaoke. También se encuentran ventas de artesanía de la provincia: coloridas y hermosas piezas tejidas a telar, campanas, adornos de madera, bisutería, cerámica y cientos de muestras de arte popular.
 Sobresalió un viaje a lomo de caballo por los tramos iniciales de la antigua ruta del té, una cabalgata de un par de horas, encumbrándose hacia los selváticos cerros, camino del sur del Tibet, donde -desde tiempos remotos- los potentados pagaban a precio de oro las hojas aromáticas provenientes de Yunnan. Esta recompensa generosa animaba a los comerciantes a realizar travesías peligrosas e inciertas que duraban muchos meses. Nosotros, como es natural, hicimos una imitación muy limitada de la travesía original, que tenía  casi cuatro mil kilómetros, pero alcanzamos a sentir la sensación de empinarnos por los cerros con rumbo al lejano Tibet. Pudimos conocer algunos de los paisajes naturales más hermosos de China, así como de reconocer manifestaciones culturales de las diversas etnias, además de bosques, ríos, lagos y monumentos exultantes.
Notable la aldea de nueves colores cercana al aeropuerto de  Lijiang: Jinlong, un lugar de fantasía, pródigo en rosas de infinitos colores, con cada casa pintada en un propio color pastel, y frecuentes murales. Como para filmar cuentos de hadas.
A la entrada de las casas tradicionales hay un muro cuya función es evitar que ingresen los demonios, cuya costumbre es caminar en línea recta: ¡Ojalá en nuestro país esta estratagema surtiera efecto!
Se percibe en el ambiente una gran pulsión positiva por la vida: energía, interés, pasión por el trabajo, ganas de hacer, una suerte de optimismo. China es una nación que crece con una fuerza imparable; esa es mi sensación. Un gran gigante en movimiento. No me atrevo a enunciar hipótesis explicativas; opto por consignar el hecho.
La edición de un libro, me informan, puede alcanzar 50.000 ejemplares. ¡Qué prodigio! Los escritores chinos viven de su trabajo y gozan de respeto social evidente. Algunos disfrutan de ingresos cuantiosos; no quiero establecer comparaciones con Chile.
Terminado el Foro, Mempo Giardinelli y yo concurrimos a Beijing para dictar conferencias en los Departamentos de Español  de las Universidades de Renmin y el Instituto Politécnico de Beijing (BIT). El interés por conocer el estado de nuestras narrativas fue patente y recibimos muchas preguntas que denotaban comprensión, curiosidad y conocimiento. Hubo tiempo para recorrer la enorme ciudad, y conocer maravillas como la Ciudad Prohibida, La Gran Muralla, el Templo del Cielo.
Una visita, como expresé al inicio, acelerada como película muda, con sorpresas a cada paso, con mucho afecto mutuo. Tal vez nos hermane la relación con la tierra, un posible factor común. En Yunnan eso fue más intenso, tal vez por las montañas y los paisajes de belleza campesina. Regresé a Chile con esta impresión recargada de sorpresas, imágenes, experiencias gratificantes y afecto. Una nueva razón para alimentar el deseo de seguir conociendo la literatura china, viva expresión de un gigante cultural milenario.


Diego Muñoz Valenzuela
 
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