31 enero, 2014

Cabeza hueca

Tiene la cabeza perfectamente hueca, como si en el sitio donde debiera reposar un cerebro estuviera el espacio vacío apropiado para instalar  una piscina. Ahora, espacio hay; el problema es que lo repleta con datos inútiles, referencias burocráticas, cuentas por cobrar y extravagantes documentos por el estilo. Sonríe con el aplomo de los rematados imbéciles, como se podría haber sospechado. ¿Ha encontrado alguna vez a un idiota que no se considere un genio? Seguro que no.

Lo contraté para utilizarlo como cesto de papeles, pero quiso escribir una novela. El resultado de su escritura fue, como era de esperar considerando como se nutría, fue una gran bolsa de basura. Me apoyé en la causal de imbecilidad excesiva para despedirlo. No se le ocurrió nada que decir mientras lo notificaba. Idiota rematado hasta el final. 

26 enero, 2014

Final feliz

Le juró de rodillas que la amaba, que haría cualquier cosa por ella. La muy hipócrita derramó abundantes lágrimas, simulando que vacilaba, aunque su único móvil era hacerse de sus bienes. Él por su parte, sabedor de la gran fortuna que su supuesta amada había acumulado con su larga cadena de maridos, insistió hasta convencerla.

Cada día se juraron amor eterno mutuamente, aunque fuera una mentira flagrante, animada por su avaricia inclemente. Sin embargo, en algún momento la mentira se impuso para convertirse en verdad absoluta. Locura galopante, convicción resultante del ejercicio de la repetición cotidiana, maldición de una bruja bromista; lo mismo da la causa. Se amaron y fueron felices para siempre.

19 enero, 2014

El tanatólogo asesino 2

Llegó el momento de celebrar el milésimo homicidio del tanatólogo. Decidió conmemorar este logro sacrificando a su impertinente Director. Procedió con la acostumbrada eficacia, agregando el lógico grado de placer que proporciona la existencia de un móvil en esta clase de ejecuciones.
Todo funcionó a pedir de boca hasta el momento en que el médico debió realizar la autopsia. Se ensañó aplicando mutilaciones a todas luces excesivas e innecesarias, al contrastarlas con la causa de muerte determinada.

Este hecho atrajo el interés del auditor interno, que murió –como era de esperar- antes culminar su tarea. La autopsia fue rápida y simple. Las personas aprenden de los errores, usted sabe.

15 enero, 2014

El tanatólogo asesino 1

Como vivían en una sociedad muy avanzada, el crimen prácticamente había desaparecido. El tanatólogo, en consecuencia, vio declinar su trabajo; su prestigio decayó a un nivel ignominioso.
Así las cosas, el tanatólogo se vio obligado a cometer asesinatos periódicamente para restaurar su honra y autoestima. Por fortuna, su exitosa experiencia profesional realizando autopsias lo había puesto en contacto con una amplia variedad de métodos para prodigar la muerte.
De otra parte, su labor se simplificó, ya que no requería investigar la causa del deceso, debido a su condición de homicida.

Tanta fama acumuló, que le ofrecieron trabajo en las naciones más poderosas. Sabedor de sus propias falencias, declinó aceptar ofertas generosas y decidió afincarse en su posición. Eso fue interpretado como ejemplar acto de modestia. Mucho mejor para él. 

04 enero, 2014

La noche mil dos

La noche mil dos se le habían terminado las historias a Scherezade. Aterrada, trémula, se entregó a la desesperación, como si eso pudiera salvarla. Un ominoso desánimo se instaló en el centro de su alma.
Entonces, como no podía recordar ninguna historia que ya no le hubiera relatado al sultán Shahriar, decidió inventar una. De ahí en adelante, cada noche la heroína concibió una historia para fascinar a su amado. Bien pronto el monarca comenzó a colaborar en la creación de las fantasías, animado por el infantil deseo de escuchar un cuento inédito cada noche.
Esta secuencia jamás acabó. Fue una bella historia de amor. Ahora justamente usted lee uno de aquellos  cuentos que Scherezade narró a Shahriar después de la noche mil uno, quizás a  partir de alguno de los temas que el propio sultán le propuso.

No obstante, hay quienes piensan que la literatura no sirve para nada. Ya ve usted, están equivocados.
 
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