Llegó el momento de celebrar el
milésimo homicidio del tanatólogo. Decidió conmemorar este logro sacrificando a
su impertinente Director. Procedió con la acostumbrada eficacia, agregando el
lógico grado de placer que proporciona la existencia de un móvil en esta clase
de ejecuciones.
Todo funcionó a pedir de boca
hasta el momento en que el médico debió realizar la autopsia. Se ensañó
aplicando mutilaciones a todas luces excesivas e innecesarias, al contrastarlas
con la causa de muerte determinada.
Este hecho atrajo el interés del
auditor interno, que murió –como era de esperar- antes culminar su tarea. La
autopsia fue rápida y simple. Las personas aprenden de los errores, usted sabe.
1 comentario:
yo quiero saber qué le sigue pasando al tanatólogo asesino.
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