Desde mis ojos mira la Muerte. Lo
supe ayer, de forma definitiva. Venía sospechándolo hacía meses, pero de pronto
apareció la prueba irrefutable. No puedo narrar lo que aconteció, ni a quién le
ocurrió; menos aún revelar mi nombre, pero créeme, la Muerte mira desde mis
ojos. Desde allí juzga, medita acerca de los contrapesos reales, al fin
decidirá acaso mereces seguir viviendo o no. Sucede que aprendí a oír sus
pensamientos y develar sus designios. Ahora la oigo y sé lo que acontecerá. Nunca
demora más de cinco minutos. No falla. Sin embargo, voy aprendiendo a vivir con
esta maldición. No es tan malo, eso voy sintiendo. Sobre todo cuando el
condenado es alguien a quien detestas o te hizo alguna en el pasado. Salgo a
caminar cada día, a ver con quien me encuentro. Acepto toda clase de
invitaciones; cenas, conferencias, debates, concentraciones. Veo a mucha gente.
Debieras evitarme, pero no sabes quién soy. Tal vez nos encontremos.
14 abril, 2016
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