16 noviembre, 2013

Tzanza 1

Aquel señor tenía cabeza de tzanza. Difícil de creer, pensará usted, pero así era. En todos los demás aspectos era completamente normal, excepto de la cerviz hacia arriba. Sobre el albo cuello de la camisa se instalaba aquella versión jibarizada de una cabeza humana, pequeña, ridícula y grotesca. Imposible de disfrazar… o disimular.
Tenía los ojos entrecerrados, como si habitara un sueño grato. Gruesos labios, pelo tieso y oscuro.

Me examinó desafiante. Sostuve su mirada. Los labios de la tzanza se estremecieron. Pensé que iba a dirigirme la palabra para maldecirme o predecir el futuro. Algo dijo, pero me resultó ininteligible. Se fue con gran priesa y desapareció entre los miles, millones de ciudadanos que recorren la ciudad en todas direcciones. El refugio perfecto.

No hay comentarios.:

 
hits Blogalaxia Top Blogs Chile