08 enero, 2006

Ideas y preguntas peligrosas

Un asunto literario: TV or not TV

Los noticiarios de televisión son lamentables en nuestro querido Chile. Da la impresión que estuvieran dirigidos a una gris y torpe masa de mentes limitadas. Con voces impostadas y cantarinas pretenden imponer el sello de la objetividad. Una imagen vale más que mil palabras; eso dicen. Mas las imágenes alguien las selecciona y las manipula.

Una infaltable dosis de fútbol integra la mezcla de brutal adormecimiento colectivo. Los filósofos criollos del deporte tratan de elucubrar teorías novedosas sobre un tablero lamentablemente desprovisto de tópicos que pudiesen revestir alguna trascendencia. Cualquier extranjero creería que somos una potencia mundial del fútbol si considera el caudal de liturgia gastada en su homenaje.

En segundo lugar surgen los crímenes meritorios y los accidentes mortales. Siempre es preferible mostrar algo de “sangre” (sin trasponer los límites de las películas de acción que quizá vendrán a continuación) y mucho sufrimiento constatable. Los mejores reporteros se las arreglarán para interrogar a la madre del hijo desaparecido, atropellado o asesinado con interrogantes directas, a la espera de estallidos emocionales que inunden la pantalla de llantos y alaridos. De paso, dejar la sensación de que vivimos en un mundo de pesadilla, violento a ultranza, donde impera la ley de la selva (¿o será la del mercado?).

La satisfacción del morbo chilensis requiere también conocer de primera las desdichas eternas de los habitantes de casas que se desmoronan, canales que desbordan con las primeras lloviznas, humildes personas estafadas por toda clase de inescrupulosos, etcétera. No puede comprender la extensión de tales capítulos sin adherirse al concepto de que “de la desgracia de otros siempre emana un reconfortante aliento”.

Entre medio se deslizan los imprescindibles mensajes de los “auspiciadores”, que ocupan una importante fracción del tiempo de los noticiarios.

Y no puede olvidarse el avisaje político: la misma, sempiterna, gastada y repetida serie de entrevistas a una lista corta de de cacique políticos (lista que no excede unas pocas decenas), que se las arregla para opinar sobre lo humano y lo divino, normalmente desde la más profunda, vergonzosa (me refiero a la vergüenza ajena) y abyecta ignorancia.

La literatura juega un rol fundado en la omisión y la predominante ausencia. La literatura chilena no existe. Con excepciones notables, que es preciso agradecer y destacar, como aquella protagonizada cotidianamente por Alejandro Guillier, que se preocupa de comentar un libro ¡y mostrarlo en la pantalla chica! Los escritores no son noticia, como no sea para denostarlos en medios escritos de pacotilla o asimilarlos al ambiente de la farándula (con excepciones notables que se van extinguiendo como la recientemente desaparecida revista Rocinante). Nadie recuerda que los escritores han dado gloria mundial a la “marca” Chile: los Premios Nobeles Neruda y Mistral (marca de hotel y pisco al menos, dicho sea de paso).

¿Quién, qué canal, invita a escritores a opinar sobre algún tema de actualidad: sistema electoral, corrupción, crisis educativa, calidad de la justicia? La respuesta es tan triste como evidente: NADIE; NINGUNO.

Ahora la pregunta peligrosa: ¿por qué ocurre esto? Algunas alternativas:

A) Los directivos y gerentes del canal no leen LITERATURA, y por ende ni siquiera ubican a los escritores chilenos

B) Los jefes de prensa y los periodistas no saben nada de literatura actual; con suerte leen revistas y magazines “light”, en consecuencia no proponen nada al respecto.

C) Las encuestas indican que los chilenos leen poco o nada; en consecuencia debe actuarse sobre la base de que los escritores no contribuyen a elevar el rating (o sea , no producen rentabilidad)

D) En realidad los responsables sí leen o sí conocen a los escritores, pero temen que pueden “salirse de libreto”.

E) Ninguna de las anteriores (SIÉNTASE LIBRE DE OPINAR USTED AHORA, POR FAVOR, O EL ESTADO DE LAS COSAS SEGUIRÁ IGUAL)

 
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