Se dobló hacia abajo en un ángulo imposible mientras al público se le cortaba la respiración. Su cabeza quedó adherida a la columna vertebral; sus brazos giraron como aspas a vertiginosa velocidad. Encogió las piernas para dar un salto y abrió una boca gigantesca para devorarse a sí misma. Desapareció. El público aplaudió a rabiar, desconcertado. Jamás regresó.
26 abril, 2008
Contorsionista
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1 comentario:
Muy bueno, aunque yo me habría parado en "... a rabiar".
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