15 febrero, 2010

Civilización futura 2


Le dijo en todos los tonos al robot lo que era, o lo que creía que era. Primero con arrogancia, enérgico, violento por momentos. Luego paciente, entregando fundamentos sólidos, ordenados, bien estructurados. Finalmente en súplica, de rodillas, implorante, empapado en lágrimas de auto compasión. No hubo caso, el robot ejecutó la sentencia que llevaba programada. Hacía muchos años que nadie leía un libro. Un escritor nada tenía que hacer en aquel mundo moderno. El seco estampido regresó las cosas al orden previsto.

1 comentario:

Víctor dijo...

Espero que no se cumplan los presagios de tu relato, Diego. Porque si ese es el "orden previsto", prefiero este desorden que veo. Un saludo.

 
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