30 octubre, 2010

De ranas y princesas


El príncipe besó a la rana y ésta se transformó en infanta. Al unísono el príncipe se convirtió en sapo. A ella no le gustó nada aquel anfibio, lo aplastó con su zapato de cristal y se cambió de cuento.

5 comentarios:

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

Y se cambió de cuento, ahi está lo importante de este microrrelato.

Me gustó esa salida.

Gemma dijo...

No me extraña, querido Diego. Las princesas ya no son ni mucho menos lo que eran...
Un beso

muñoz valenzuela dijo...

Son princesas postmodernas, Gemma,hay que cuidarse de ellas, cariños!!

Gemma dijo...

BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS

Blancanieves se va con aquel príncipe de todos los cuentos, pero ¿por qué no le vale un enanito para el final feliz? Cruel doncella, ¿es que no sientes nada por los siete corazones quebrados tras las siete colinas, tras los siete arroyos?

Anelio Rodríguez, “Blancanieves y los siete enanitos”, Relación de seres imprescindibles, Ediciones del Oeste, Badajoz, 1998, p. 85.

muñoz valenzuela dijo...

Vaya, Gemma, ¡qué estupendo hallazgo! La verdad es que ya se podrían constituir antologías con esta clase de recreaciones. He aquí otra faceta de esta princesa pragmática. Se agradece compartir este microrrelato tan bello.

 
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