12 marzo, 2011

LAS CRIATURAS DEL CYBORG: la visión de Fernando Jerez


Las criaturas del cyborg
Revista Punto Final, No. 726. 7-20 enero 2011

El 11 de marzo de 1990 asumía la presidencia de Chile Patricio Aylwin. Por lo tanto, con meses de antelación comenzaron a desmantelarse los aparatos represivos cuyos miembros durante 17 años habían practicado con inclinación morbosa, la perversión y el crimen en todas sus facetas. Quedaron muchos desempleados que, para colmo, debían vagar a cara descubierta, desprovistos de las chapas cobardes que habían ocultado sus identidades. Por lo tanto, para subsistir en la holgura económica y en la recuperación de ciertas facetas de poder, encaminaron sus pasos al submundo de la droga, el tráfico de personas y el control de empresas comerciales. Pero otros peligros acechaban a estas almas miserablesmientras intentaban ubicarse en el nuevo contexto: surgían también unos pocos arrepentidos que podían delatarlos revelando sus nombres y los delitos repugnantes que habían practicado con toda impunidad.
En Las criaturas del cyborg, la más reciente novela de Diego Muñoz Valenzuela (Simplemente Editores, Santiago, 2010) hay también personas que no están dispuestas a tolerar el crecimiento de la flamante maléfica organización. Lo que seguirá en las páginas del libro es puro movimiento y vértigo. A Muñoz Valenzuela no le interesa detenerse en elucubraciones o devaneos filosóficos. Iniciada la lectura se entra de lleno en la acción, en el ajetreo de las conjuras que alimentan los dos grupos bien definidos que se enfrentan en sus páginas. Asistimos, pues, a la descomposición de los cuadros de la antigua inteligencia represiva, y a la sorprendente aparición de un militar que desea limpiar su conciencia develando temas que sus pares han juramentado callar. Está dispuesto, en medio de temores y balbuceos,desclasificar los hechos abominables que le impiden un sueño tranquilo. Pero no es fácil el arrepentimiento que implica traicionar a quienes en una época estuvieron tan férreamente conjurados. La delación suele ser fatal, por tanto, los perjudicados deciden silenciarlo cuanto antes. Una trama sencilla, para un problema humano complejo y trascendente. Conspiran los antiguos jerarcas y sus sicarios, como hemos dicho, tras el poder del dinero, las ganancias del narcotráfico y las inversiones cuantiosas, con la finalidad de recuperar en parte la omnipotencia perdida. Las actuaciones ocurren en las sombras más recónditas, pero para ayudar a resolver esos problemas está Tom, el cyborg que ha superado su condición de máquina inteligente para convertirse en un ser de piel sensible y de buen corazón. Y está el personaje que ha creado ese híbrido perfecto, esa existencia simbiótica de máquina y organismo vital. Un producto de la infinitud del ingenio humano. El cyborg, este cyborg de Muñoz Valenzuela, con la psiquis modelada minuciosamente, con la formación de códigos que le han permitido elaborar pensamientos, lógica y cálculos científicos, logra desarrollar una inteligencia autónoma tan poderosa, que es capaz de generar a su vez, sus propias criaturas: unos sorprendentes insectos microscópicos que se adhieren a las personas y que son capaces de acusar el menor movimiento y la voz más tenue a través de sus invisibles cámaras de transmisión.
Suena a novela de aventuras cuyo conflicto radica en la lucha secular entre el bien y el mal, en un campo de batalla donde los buenos y los malos combatientes no se dan tregua, como ocurría en el cine de antaño que nos encantaba, cuando gritando desde la platea avisábamos a los buenos que los malos estaban a punto de darles alcance. El mal tiene infinitas variaciones, incluso se viste de virtudes. La tecnología, los aparatos que han facilitado con su progreso el confort del hombre, han tenido avances increíbles, día a día, segundo a segundo. Pero la codicia y la corrupción no varían. La cultura de la violencia y del individualismo en pos del éxito sin sacrificio no admiten obstáculo alguno. Las criaturas del cyborg quieren encaminar a la humanidad en un sentido mejor. Y entre sus muchos personajes, se destaca también , como un homenaje, el aporte de los viejos sabios, esos seres que subsisten impregnados de experiencia, los que sólo se preocuparon de enriquecer el espíritu.
En suma, esta novela no permite el aburrimiento.

Fernando Jerez

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