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Por Miguel Vera Superbi
Del autor y su entorno
Si
preguntamos a un grupo de personas en Chile ¿conocen a Arturo Vidal, Alexis
Sanchez, Sergio Jadue, Rafael Garay o Alberto Chang, a los ‘Care Jarro’? Luego,
¿y conocen a Alejandra Basualto, Juan Mihovilovich, Max Valdés o Astrid
Fugellie (entre muchos nombres
de autores y autoras nacionales)? Tendríamos
la evidencia que todos conocen a los del primer grupo y escasamente a alguien
del segundo.
La reflexión es ¿quiénes son las personas
destacadas en nuestro país, los “héroes” de hoy, los que pueden influenciar con
sus actitudes y pensamientos en la sociedad para mejorarla?
Muchas veces los estafadores y delincuentes
son presentados en los medios como entes ‘simpáticos’. Tipos que son vivarachos
y casi dignos de imitar. En todos los noticiarios tenemos a diario al comenzar,
veinte minutos de “crónica roja”. Los asaltos violentos, robos a domicilios y
otras píldoras, se muestran mientras la mayoría de la gente almuerza o cena
(1:30pm y 9:00pm horario de noticiero), una curiosidad.
Entre medio, van algunas noticias
internacionales deslavadas y sin análisis. Pueden salir algunas cosas de
política contingente y por fin, veinte minutos finales de “deporte”, es decir,
sólo fútbol. El Garrote y la Zanahoria, la vieja fórmula, pero todos los días
va este esquema sin variación: ¿es una forma de hipnosis? De las noticias de
cultura, de lo que puede elevar el pensamiento en cambio, nada.
Se trata de
tener “gentiles consumidores”, gente que no se cuestione nada y ojalá no
moleste, solo compre. La literatura, la cultura en cambio, genera pensamiento
crítico y eso no le conviene al sistema imperante. La gente pensando, con un
poco de consciencia no compraría estupideces (cosas e ideas impuestas) y el
sistema se derrumbaría.
Aquí tenemos a Diego Muñoz: un escritor
chileno. Lo invitan de China, México, Croacia, Italia, España, Rusia,
Argentina, etc., todo el tiempo, para que cuente sus cuentos, para que hable de
su narrativa y le publican sus libros en esos países. Probablemente eso lo
conoce muy poca gente aquí. No ha robado nada, no ha dejado ninguna embarrada
como para merecer salir en los medios de comunicación y entonces no aparece, no
lo entrevistan. Su pensamiento queda oculto como el de tantas y tantos
escritores, más otros artistas creativos y pensadores en el país.
En China –por ejemplo- le han pedido un par
de veces que se quede escribiendo, que le pagan meses de estadía para que lo
haga. ¿Cómo será su calidad literaria para que le propongan algo así? Aquí
somos el 1,2% de su población (1.379 millones), tenemos unos cien escritores y
escritoras activos. Los autores en China deben ser varios miles y siendo así,
le piden eso a un chileno: que se quede un tiempo escribiendo allá, en sus
tierras. O se equivocan los chinos o Diego Muñoz es un escritor excepcional.
Amigo de personajes tales como Poli Délano,
Nicanor Parra, Mempo Giardineli, entre otras personalidades de la literatura.
Formador de varias generaciones de personas interesadas en el cuento y el micro
cuento en Talleres. Diego es escritor con larga data como tal: es hijo de
escritores: doña Inés Valenzuela y don Diego Muñoz. Relacionado desde niño con
Pablo Neruda y los más importantes escritores de las generaciones del cincuenta
en adelante, que iban frecuentemente a visitarlos.
Miembro del directorio de la SECH durante un
tiempo, tal cual sus padres. Presidente actualmente de la Corporación Letras de
Chile, que promueve el Libro y la Lectura. Autor prolífico con casi veinte
libros de novelas y cuentos. Además tiene unos diez premios literarios de gran
importancia.
De su última obra “El mundo de eNID”
Este libro nos lleva a cuestionar cosas
urgentes: ¿cómo será el futuro de la humanidad ante la proliferación de
adelantos tecnológicos tales como la IA o la robótica? Se nos viene encima la
Cuarta Revolución Industrial y hay que ponerse a pensar en estas cosas ahora,
no dejar que “alguien” lo haga por nosotros.
Diego –a diferencia de la mayoría de los escritores de ciencia ficción- ve el futuro muy positivo: los androides y los sistemas inteligentes serán “buenos compañeros”, tal como se lee en su trilogía de Ciencia Ficción: “Flores para un cyborg”, “Los hijos del cyborg” y “Ojos de metal”.
Este libro nos lleva inevitablemente a
recordar obras tales como “Utopía” de Tomás Moro, “1984” de Orwell o “Un mundo
feliz” de Aldous Huxley, que plantean la existencia de sociedades mejores, que
han alcanzado una armonía... pero no exentas de dificultades a cambio. Es una
idea propia de la humanidad: querer vivir todos en paz. Lo malo es que siempre
hay un grupo –o más- que anhelan el poder total, ambicionan toda la riqueza
para sus propias manos y siempre en detrimento del resto.
El autor
propone en esta novela, que en el futuro sí tendremos un mundo más equilibrado:
un mundo ideal, sin violencia ni delincuencia. Sin embargo “Génesis”, una
organización criminal internacional, quiere concentrar el poder completo para
sí y dominar al resto de la sociedad.
El nexo entre nuestro mundo convulsionado y
el presente de la novela, en un tiempo futuro, lo representa don Juan Arestizábal,
quien fue un héroe en la última de las guerras que hubo antes de lograr ese
ideal.
El libro
“Utopía” de Tomás Moro, “nos invita a
ser inconformistas y tenaces, pero siempre desde la solidaridad, porque los
males que nos afectan son universales y todos fuimos, somos y seremos sus
potenciales damnificados”, dice Francisco Martínez, un profesor
universitario español. Esta misma es la actitud de los personajes principales
de la novela de Diego: luchadores, empeñosos, jugados por la causa a ultranza.
Existe la Esperanza, las utopías son
alcanzables, pero su logro no es algo barato. Ese mensaje trae don Juan desde
el pasado a Enid, su tataranieta y a los demás personajes de esta entretenida
novela, que se lee de un tirón.
El padre de Juan Arestizábal vivió tres
dictaduras en su vida, quizás en alusión directa del autor Diego Muñoz a su
propio padre, que vivió la dictadura de Ibáñez, la de Gabriel González Videla y
la del no muy “Augusto” Pinochet. ‘Augusto’ viene del latín: “venerable” y este
no sería el caso. Arestizábal es un personaje querible, entrañable, tal como la
joven Enid. Los protagonistas van a todas las peleas sin temores, apoyados en
la experiencia y sabiduría del viejo Juan.
Un personaje principal es Roberto, un
androide tan parecido a un hombre común, que pasa por uno más para los policías
que ayudan a desenmadejar la trama de esta novela. Los agentes de la
organización Génesis deben ser ubicados uno por uno y así desarticular la
posible vuelta atrás en la sociedad por el grupo constituido por Juan, Enid,
Roberto y los policías.
Durante el desarrollo de la novela aparecen
los personajes con nombres eslavos, franceses, latinos, mapuches, etc. y
resulta interesante cómo este mundo futuro puede narrarse en Chile, España o
cualquier parte y da igual ese concepto, una habilidad de este escritor. Los
personajes están muy bien trabajados. Juan, el héroe que ayudó a que esta
utopía se concretara en el tiempo futuro es un viejo mañoso. Detesta la
tecnología y maltrata de palabra con frecuencia al pobre androide, que solo
proporciona ayuda: “cabeza de taladro automático” le llama entre otros epítetos
despectivos, pero al final reconoce la importancia de esta inmejorable ayuda
mecánica.
Enid parte
siendo una adolescente y termina convertida en una mujer que se interesa en
Joachim, el joven policía protagonista de esta aventura; algo pasa entre ambos.
La intensidad del relato se aprecia en frases, tales como: “Nunca dije eso –Petrovich habla mascando las
palabras con su fuerte dentadura de predador, mientras sus ojos intensamente
azules destellan por la ira que lo consume por dentro”.
Hay también
crítica social actual por boca del viejo Juan: “las nuevas generaciones no quieren sacrificar un
pelo en beneficio de los demás”. En suma,
es una novela que se lee muy rápido, es entretenida, plantea ideas profundas y
valores que deben mantenerse a toda costa, a pesar de la neblina.
El manejo del
lenguaje en Diego es particularmente atractivo como escritor de una novela
juvenil. Llegar a los jóvenes hoy es tarea difícil al competir el libro con un
celular, una Tablet o un canal de películas con 24 horas por siete días. Las
series atrapan su atención, no hay mucho que pensar, solo sentir lo básico
(miedo, rabia, compasión, etc) y perder el valioso tiempo de la vida. “Mejorarnos a nosotros mismos como individuos” no
está en el diccionario de la población.
El bien
triunfa en la novela “El mundo de
eNID”, pero… hay que leerla para averiguar cómo acontece, quizás está
contenida la fórmula de cómo llegar a Utopía dentro de este compacto libro.
“Los malos son más que los buenos, mío Cid”.
1 comentario:
Entrar en un mundo paralelo, algo fantástico, lo no real, significa perder un poco los referentes de apreciación. Ni lo bueno lo es tanto ni lo malo, se pierden nociones, juicios. Es lo que espero, al menos.
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