12 octubre, 2018

EL MUNDO DE ENID: visión de Miguel Vera Superbi


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Por Miguel Vera Superbi

Del autor y su entorno
Si preguntamos a un grupo de personas en Chile ¿conocen a Arturo Vidal, Alexis Sanchez, Sergio Jadue, Rafael Garay o Alberto Chang, a los ‘Care Jarro’? Luego, ¿y conocen a Alejandra Basualto, Juan Mihovilovich, Max Valdés o Astrid Fugellie (entre muchos nombres de autores y autoras nacionales)? Tendríamos la evidencia que todos conocen a los del primer grupo y escasamente a alguien del segundo.

La reflexión es ¿quiénes son las personas destacadas en nuestro país, los “héroes” de hoy, los que pueden influenciar con sus actitudes y pensamientos en la sociedad para mejorarla?
Muchas veces los estafadores y delincuentes son presentados en los medios como entes ‘simpáticos’. Tipos que son vivarachos y casi dignos de imitar. En todos los noticiarios tenemos a diario al comenzar, veinte minutos de “crónica roja”. Los asaltos violentos, robos a domicilios y otras píldoras, se muestran mientras la mayoría de la gente almuerza o cena (1:30pm y 9:00pm horario de noticiero), una curiosidad.
Entre medio, van algunas noticias internacionales deslavadas y sin análisis. Pueden salir algunas cosas de política contingente y por fin, veinte minutos finales de “deporte”, es decir, sólo fútbol. El Garrote y la Zanahoria, la vieja fórmula, pero todos los días va este esquema sin variación: ¿es una forma de hipnosis? De las noticias de cultura, de lo que puede elevar el pensamiento en cambio, nada.
Se trata de tener “gentiles consumidores”, gente que no se cuestione nada y ojalá no moleste, solo compre. La literatura, la cultura en cambio, genera pensamiento crítico y eso no le conviene al sistema imperante. La gente pensando, con un poco de consciencia no compraría estupideces (cosas e ideas impuestas) y el sistema se derrumbaría.

Aquí tenemos a Diego Muñoz: un escritor chileno. Lo invitan de China, México, Croacia, Italia, España, Rusia, Argentina, etc., todo el tiempo, para que cuente sus cuentos, para que hable de su narrativa y le publican sus libros en esos países. Probablemente eso lo conoce muy poca gente aquí. No ha robado nada, no ha dejado ninguna embarrada como para merecer salir en los medios de comunicación y entonces no aparece, no lo entrevistan. Su pensamiento queda oculto como el de tantas y tantos escritores, más otros artistas creativos y pensadores en el país.
En China –por ejemplo- le han pedido un par de veces que se quede escribiendo, que le pagan meses de estadía para que lo haga. ¿Cómo será su calidad literaria para que le propongan algo así? Aquí somos el 1,2% de su población (1.379 millones), tenemos unos cien escritores y escritoras activos. Los autores en China deben ser varios miles y siendo así, le piden eso a un chileno: que se quede un tiempo escribiendo allá, en sus tierras. O se equivocan los chinos o Diego Muñoz es un escritor excepcional.
Amigo de personajes tales como Poli Délano, Nicanor Parra, Mempo Giardineli, entre otras personalidades de la literatura. Formador de varias generaciones de personas interesadas en el cuento y el micro cuento en Talleres. Diego es escritor con larga data como tal: es hijo de escritores: doña Inés Valenzuela y don Diego Muñoz. Relacionado desde niño con Pablo Neruda y los más importantes escritores de las generaciones del cincuenta en adelante, que iban frecuentemente a visitarlos.
Miembro del directorio de la SECH durante un tiempo, tal cual sus padres. Presidente actualmente de la Corporación Letras de Chile, que promueve el Libro y la Lectura. Autor prolífico con casi veinte libros de novelas y cuentos. Además tiene unos diez premios literarios de gran importancia.

De su última obra “El mundo de eNID”

Este libro nos lleva a cuestionar cosas urgentes: ¿cómo será el futuro de la humanidad ante la proliferación de adelantos tecnológicos tales como la IA o la robótica? Se nos viene encima la Cuarta Revolución Industrial y hay que ponerse a pensar en estas cosas ahora, no dejar que “alguien” lo haga por nosotros.

Diego –a diferencia de la mayoría de los escritores de ciencia ficción- ve el futuro muy positivo: los androides y los sistemas inteligentes serán “buenos compañeros”, tal como se lee en su trilogía de Ciencia Ficción: “Flores para un cyborg”, “Los hijos del cyborg” y “Ojos de metal”.
Este libro nos lleva inevitablemente a recordar obras tales como “Utopía” de Tomás Moro, “1984” de Orwell o “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, que plantean la existencia de sociedades mejores, que han alcanzado una armonía... pero no exentas de dificultades a cambio. Es una idea propia de la humanidad: querer vivir todos en paz. Lo malo es que siempre hay un grupo –o más- que anhelan el poder total, ambicionan toda la riqueza para sus propias manos y siempre en detrimento del resto.
El autor propone en esta novela, que en el futuro sí tendremos un mundo más equilibrado: un mundo ideal, sin violencia ni delincuencia. Sin embargo “Génesis”, una organización criminal internacional, quiere concentrar el poder completo para sí y dominar al resto de la sociedad.

El nexo entre nuestro mundo convulsionado y el presente de la novela, en un tiempo futuro, lo representa don Juan Arestizábal, quien fue un héroe en la última de las guerras que hubo antes de lograr ese ideal.
El libro “Utopía” de Tomás Moro, “nos invita a ser inconformistas y tenaces, pero siempre desde la solidaridad, porque los males que nos afectan son universales y todos fuimos, somos y seremos sus potenciales damnificados”, dice Francisco Martínez, un profesor universitario español. Esta misma es la actitud de los personajes principales de la novela de Diego: luchadores, empeñosos, jugados por la causa a ultranza.

Existe la Esperanza, las utopías son alcanzables, pero su logro no es algo barato. Ese mensaje trae don Juan desde el pasado a Enid, su tataranieta y a los demás personajes de esta entretenida novela, que se lee de un tirón.
El padre de Juan Arestizábal vivió tres dictaduras en su vida, quizás en alusión directa del autor Diego Muñoz a su propio padre, que vivió la dictadura de Ibáñez, la de Gabriel González Videla y la del no muy “Augusto” Pinochet. ‘Augusto’ viene del latín: “venerable” y este no sería el caso. Arestizábal es un personaje querible, entrañable, tal como la joven Enid. Los protagonistas van a todas las peleas sin temores, apoyados en la experiencia y sabiduría del viejo Juan.
Un personaje principal es Roberto, un androide tan parecido a un hombre común, que pasa por uno más para los policías que ayudan a desenmadejar la trama de esta novela. Los agentes de la organización Génesis deben ser ubicados uno por uno y así desarticular la posible vuelta atrás en la sociedad por el grupo constituido por Juan, Enid, Roberto y los policías.
Durante el desarrollo de la novela aparecen los personajes con nombres eslavos, franceses, latinos, mapuches, etc. y resulta interesante cómo este mundo futuro puede narrarse en Chile, España o cualquier parte y da igual ese concepto, una habilidad de este escritor. Los personajes están muy bien trabajados. Juan, el héroe que ayudó a que esta utopía se concretara en el tiempo futuro es un viejo mañoso. Detesta la tecnología y maltrata de palabra con frecuencia al pobre androide, que solo proporciona ayuda: “cabeza de taladro automático” le llama entre otros epítetos despectivos, pero al final reconoce la importancia de esta inmejorable ayuda mecánica.
Enid parte siendo una adolescente y termina convertida en una mujer que se interesa en Joachim, el joven policía protagonista de esta aventura; algo pasa entre ambos. La intensidad del relato se aprecia en frases, tales como: “Nunca dije eso –Petrovich habla mascando las palabras con su fuerte dentadura de predador, mientras sus ojos intensamente azules destellan por la ira que lo consume por dentro”.

Hay también crítica social actual por boca del viejo Juan: “las nuevas generaciones no quieren sacrificar un pelo en beneficio de los demás”. En suma, es una novela que se lee muy rápido, es entretenida, plantea ideas profundas y valores que deben mantenerse a toda costa, a pesar de la neblina.

El manejo del lenguaje en Diego es particularmente atractivo como escritor de una novela juvenil. Llegar a los jóvenes hoy es tarea difícil al competir el libro con un celular, una Tablet o un canal de películas con 24 horas por siete días. Las series atrapan su atención, no hay mucho que pensar, solo sentir lo básico (miedo, rabia, compasión, etc) y perder el valioso tiempo de la vida. “Mejorarnos a nosotros mismos como individuos” no está en el diccionario de la población.

El bien triunfa en la novela “El mundo de eNID”, pero… hay que leerla para averiguar cómo acontece, quizás está contenida la fórmula de cómo llegar a Utopía dentro de este compacto libro.

“Los malos son más que los buenos, mío Cid”.

1 comentario:

Kun Mathalois dijo...

Entrar en un mundo paralelo, algo fantástico, lo no real, significa perder un poco los referentes de apreciación. Ni lo bueno lo es tanto ni lo malo, se pierden nociones, juicios. Es lo que espero, al menos.

 
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