26 mayo, 2007

Fomento de la lectura: mucho ruido, pocas nueces

Desde la recuperación de la democracia en Chile se viene hablando sobre la importancia de fomentar el libro y la lectura, tal vez como homenaje al progresismo desarrollista, o por efecto de una bendita inercia, quizás para compensar al gremio de los escritores que desafió como pocos a la dictadura, o simplemente para simular una preocupación auténtica por la cultura.
Al observar la realidad lo único que advierto –y creo no estar solo en esta convicción- es el fracaso sistemático, la insuficiencia o la futilidad de los esfuerzos, la irritante verborrea del marketing político, la escenografía burocrática que huele a fuego de artificio. No quiero desconocer los esfuerzos desplegados o reducirlos a la nada, pero la complacencia me parece detestable, execrable a estas alturas. Más allá de la creación del Consejo del Libro y sus programas de fondos concursables, y de los esfuerzos de la DIBAM por surtir mejor a las bibliotecas públicas y darles vida, poco ha ocurrido en Chile en estos años.

Empeño no es lo mismo que desempeño. Mucho ruido, pocas nueces. Bonitas frases, pero resultados deficientes. La complacencia carece de fundamento, sin embargo nadie le pone el cascabel al gato. Muchas autoridades han tendido a sacar cuentas alegres y siguen avivando su propia cueca, sin asumir la necesidad de cambios estructurales.

Tenemos menos de una librería cada 100.000 habitantes, y debiéramos tener diez. Usamos un promedio de 600 palabras para expresarnos. En las bibliotecas públicas menos de medio libro per capita; debiéramos tener 10 veces más. Un 60% de la población no leyó nada el año pasado. Dos tercios de los gerentes y directivos entiende poco y nada de lo que lee; ¿qué podemos exigirle a los estudiantes universitarios, básicos y medios? Las pruebas aplicadas hablan por sí solas del fracaso. Los tirajes de las ediciones locales bajan y el libro se convierte en un artículo escaso más que suntuoso. Suma y sigue. Mejor detenerse. ¿Cómo sacar cuentas alegres si prevalecen estos hechos?

No estamos haciendo nada significativo como país en cuanto al fomento del libro y la lectura. Es lo único que puedo concluir, y es lamentable. Quizás algunos dirán, “ése es un flagelante”, y seguramente serán los portavoces de la complacencia.

El foco en el asistencialismo (conste que escribo estas líneas antes de que se conozcan los resultados de los concursos de proyectos, sin saber si será beneficiado algún proyecto de mi interés, precisamente para actuar con independencia, y no bajo el influjo del éxito o el fracaso), más allá de sus efectos inmediatos, ha hecho perder el foco. Perfeccionar, ampliar, transparentar (al menos en la intención), los sistemas de concursos se ha convertido en una obsesión que obnubila al Consejo del Libro, y lo priva de ejercer una acción directa, efectiva y concreta. Podría objetarse que sea esta institución quién realice tal acción, argumentando definiciones y restricciones legales, pero los resultados son elocuentes. Alguien tiene que hacerse cargo y ese alguien se llama Estado o Gobierno.

Sea el Consejo del Libro, el Ministerio de Cultura, o el Ministerio de Educación, o todos ellos, pero alguien debe hacerse cargo de proponer, conducir y generar un vasto plan inteligente que nos permita salir, como país, del devastador estado en que se encuentra la lectura en Chile. Es una tarea urgente, patriótica y de inconmensurable efecto en el futuro. Esto, sin embargo, requiere de una voluntad política expresada en la forma de un plan ambicioso y un presupuesto de acuerdo a la magnitud de la tarea. No es un objetivo menor, uno más entre muchos otros, pues se vincula a la educación y la cultura de un país cuyas pretensiones de desarrollo permanecerán estáticas, en calidad de aspiraciones inalcanzables, mientras no se reviertan las alarmantes tendencias bosquejadas.

2 comentarios:

motaia dijo...

He llegado hasta acá sin proponérmelo, "de rebote", y quiero dejar constancia de cuánto coincido con tu mirada sobre la lectura y los libros en nuestro país. Sin abundar en ello te cuento que desde agosto del 2006 tengo un programa radial que se escucha (eso espero) dos veces a la semana. Lo que allí hago es leer, leer para quien tenga prendida la radio en ese momento. El formato es muy simple: una canción(puede ser Zitarroza, el canario Pedro Guerra o la caboverdiana Cesarea Evora); presentación brevísima de un autor, lectura de su cuento (adaptación para alrededor de quince minutos); pausa musical (no agotar, faltaba más); continuación y fin de la lectura; otra canción.Mi propoósito es que, con la sola voz o con música, se desparramen palabras, se conozcan textos, se escuchen variadas formas de percibir y contar sobre todo en nuestra propia lengua. Aún cuando reclamaría de las autoridades que inundaran de bibliotecas los barrios de nuestro país y sacudieran el marasmo con políticas culturales que abran las cabezas y los corazones, creo que también se puede tomar la iniciativa desde el metro cuadrado, sin lamentos. Hace dos años que volví a Chile y estoy empeñada en este propósito (que pago con mi bolsillo aunque menciono dos auspiciadores, simbólicos, para no parecer un ente ajeno a la comunidad). El programa se llama Todo Empieza, lunes y miércoles, 19:30 horas, Radio Altamar, Constitución. Qué te parece. Se podría hacer mucho más si se unieran voluntades. Te saludo.

muñoz valenzuela dijo...

Hola Motaia, me parece excelente tu iniciativa. Siempre es posible hacer algo. Te invito a visitar www.letrasdechile.cl que es un trabajo colectivo de muchos escritores preocupados por el fomento de la lectura. Puedes escribirme a dmunoz@surlatina.cl

saludos

Diego

 
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