
El ascensor se abrió. Compungido, en su interior estaba el elefante, ocupando cada milímetro cúbico, contorsionado al máximo para caber dentro del exiguo paralelepípedo. Desde su extrema compresión me sonrió afligido, más bien avergonzado. Le regalé una sonrisa mientras la puerta se cerraba.
1 comentario:
Pobre. ¿Pudo salir del cubículo?
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