27 junio, 2009

Álbum 2



A Héctor Garay y Remigio Muga

Todas en blanco y negro. En la clínica entre los brazos de su madre dichosa. A los dos años su padre lo levanta hacia el cielo y él exhibe una sonrisa perfecta de querubín. Montado en un caballo con sombrero y manta, un poco serio. Con uniforme de colegio y corbata bien anudada. Adolescente, chascón, con jeans pata de elefante y anteojos John Lennon. En los trabajos voluntarios, abrazado con una muchacha de cabellera crespa; ambos se ríen a carcajadas. En su pieza, leyendo un libro con un póster del Ché atrás. En una fiesta familiar, taciturno, como si estuviera preocupado. Por algo. En la pancarta que porta su madre triste, silencioso, ausente. Mirándonos.

21 junio, 2009

Canibalismo 1


El caníbal desarrolló un narcisismo exacerbado. Acabó devorándose a sí mismo.

13 junio, 2009

Hombre gordo 1


El tipo había engordado tanto que ya no cabía por la puerta. Mediante su laptop solicitaba alimento y manejaba sus inversiones. Afortunadamente no necesitaba trabajar, así que tampoco necesitaba salir. Por otra parte, no habría podido hacerlo: sus piernas eran incapaces de sostener aquel peso desproporcionado. Era un cetáceo varado en una cama gigante, provisto de pequeñas extremidades fofas con las cuales escribía las instrucciones en el teclado. Obtenía todo lo necesario gracias a Internet. Era un enorme molusco rosado buscando satisfacción en la red virtual. Los proveedores dejaron de acudir a su casa, pues el alimento –de variadas clases, incluido el alcohol- se cargaba en receptáculos conectados a tuberías a solicitud del solitario e invisible comprador. Antes de cerrar para siempre su puerta, conectó sus puntos sensibles a robots de estimulación sexual. Se las arregló con el hampa para instalar dispensadores de droga. Finalmente la casa estalló, nadie sabe la causa. Los alrededores eran un asco, cubiertos de grasa, sangre y restos de órganos, tendones y huesos. Pudo ser resultado de un crecimiento grotesco del cuerpo; o una explosión de placer ilimitado; o una simple indigestión.
Pronto se sabrá: tiene seguidores y algunos de ellos se financian mediante contratos con canales de televisión que transmiten segundo tras segundo -como contraprestación y en virtud de un nítido contrato- el desarrollo de los acontecimientos. Algún científico aprovechará esa información, estoy seguro.

06 junio, 2009

Conserva fatídica


Abrió con parsimonia la conserva de duraznos a pesar del apetito voraz que lo dominaba. Al doblar la lámina redonda de hojalata, vio un ojo que lo observaba fijamente, con una insolente expresión de curiosidad. El primer impulso fue arrojar lejos el tarro, pero muy a tiempo el ojo parpadeó con coquetería. Se contuvo y quedó mirándolo, hechizado. Era un ojo bello, glauco, límpido, dócil, dulce. Se enamoró de él. Imaginó que pertenecía a una admirable princesa víctima de alguna bruja. Arrancó uno de sus ojos e insertó el hallazgo en la cuenca vacía; dejó de sangrar por milagro. Vio el mundo de una manera distinta. Devoró los duraznos y tiró a la basura la lata. Abrió otra. Allí estaba el ojo, esperando.
 
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