
En mi caso, he concluido que desciendo del lobo. Lo baso en evidencias mucho más fundamentales que la pilosidad excesiva, el largo de mis colmillos o la mirada hambrienta y penetrante. Mi naturaleza se revela en la preferencia por las mujeres que descienden de las borregas o de las gallinas; ellas son mis presas predilectas por su mansedumbre e indefensión.
No obstante, de vez en cuando caigo en manos de la descendiente de alguna sierpe. Soy extremadamente sensible al poder hipnótico de sus miradas. Me torno sumiso y obediente. Entonces pienso que quizás el lobo desciende del cordero, y que eso justifica que el hombre sea el lobo del hombre.
1 comentario:
"No obstante, de vez en cuando caigo en la mano de la descendiente de alguna sierpe."
No sabes lo identificado que me sentí con eso!! Un abrazo
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