16 febrero, 2013

La piscina del vecino


El vecino de enfrente llegó hace menos de un mes. Había hecho recomponer la casa y también la piscina del patio trasero. Seguimos los detalles acuciosamente atisbando por encima de los muros.  Es un tipo callado y tranquilo, de apariencia muy pacífica. Ayer fuimos con mi hijo Emilio  a mirar por detrás y lo vimos nadando vigorosamente; no al vecino, sino a su enorme mascota, una especie de morsa. So exclamó Emilio: ¡una morsa! No es una morsa, establecí yo, sino un manatí. Emilio investigó en la red y triunfante me anunció que no era un manatí, sino un dugongo, que son más pequeños y proceden de Asia, no de América.  ¿Para qué tendrá ese dugongo?, inquirió Emilio. No seas intruso, que eso es feo., le respondí. Ahora no puedo dormirme pensando en el dugongo.  Tal vez mañana me anime a preguntarle al vecino. ¿No lo haría usted?

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