15 junio, 2013

Ángel para un final

El maldito ángel tenía los ojos pintados, usaba pestañas postizas y estaba plagado de piercings por todas partes: orejas, mejillas, cejas, nariz, hasta del cuello le colgaban varios. Tenía el pelo largo y teñido de rosado. Me sonreía con presunta beatitud. Abrió sus alas blancas y me dejó ver su cuerpo lampiño, con su pequeño sexo de Cupido entre las piernas.
-Vengo a buscarte –dijo con voz de afeminado-. Te ves sorprendido. ¡A que esperabas a otro!
-Al demonio esperaba, cabrón –respondí furioso-. No quiero partir a un cielo plagado de maricones.
-Bueno, no puedo obligarte. Ya te arrepentirás, estoy seguro de que vas a arrepentirte –hizo un gesto de diva a título de desprecio y se esfumó.
Me quedé solo, ahí, pensando en lo que vendría.

2 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Me gustan -especialmente- dos cosas en este micro, Diego. Por un lado, su incorrección política. Estoy harto de textos no reprochables. Por otro, la construcción de la escena y personajes.

Mis aplausos.

Un abrazo,

muñoz valenzuela dijo...

Gracias, Pedro. Parece que la incorrección política es una vocación que se va expresando en mis escritos con fuerza creciente. Rebeldía, incapacidad de acomodo,son buenos síntomas en esta época.

 
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