Estoy en mi paseo matinal por el parque. El gran danés sale a pasear
solo por el condominio. Da varias vueltas, orina por ahí, defeca por allá. Su
amo lo mira desde una ventana. El perro recoge las heces con una bolsa y las
tira a la basura. El amo lo aplaude. Nos cruzamos. Lo saludo. Me responde y
dibuja una sonrisa en el hocico. Jadea. Le pregunto por qué vive con el hombre.
“Está viejo y solo; no tiene a nadie”. Su voz tiene un remoto timbre de
ladrido. “Cuando muera, viviré solo”. Le deseo buen día. Me corresponde.
Regresa a su casa. Me pregunto a qué se dedicará todo el día.
27 agosto, 2017
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