El Maletín Literario –controvertida iniciativa de fomento de la lectura del Gobierno, operada a través de la DIBAM- pasó a una nueva etapa que acerca el momento de su materialización. Así se continúa con un proceso que pone de relieve una decisión a ultranza, sin escuchar las voces críticas de actores relevantes y las propuestas alternativas al uso de los fondos asignados (once millones de dólares), por cierto inéditos para este tipo de iniciativas (en el Maletín se gastará más del doble de lo que el Consejo del Libro asigna en su concurso de proyectos a toda clase de iniciativas).
Más allá de que mantengo serias dudas acerca de la efectividad y eficiencia de la iniciativa y rechazo el criterio simplista que asevera que cualquier cosa que se haga por el fomento de la lectura será buena; mis primeras impresiones son éstas: se demuestra que el valor del libro depende del tamaño de la edición y se pone de relieve que estas licitaciones tienden a concentrar el efecto económico en escasos actores de la industria.
El precio unitario de los libros demuestra que es preciso buscar formas de impulsar la industria del libro hacia mayores tamaños de edición. La tecnología actual permite imprimir lotes económicos de 500 libros a los precios acostumbrados (5.000 a 7.000 $ para libros chilenos). Así ¿para qué producir, almacenar, distribuir más? Sin embargo, al crecer las economías de escala, los libros pueden reducir el precio a una quinta, incluso a una décima parte (ver los precios de la licitación). Al menos, aquí queda claro que el enemigo principal no son ni el IVA ni los piratas, sino los tirajes. Algunos han errado la puntería por muchos años.
Respecto de la concentración de la adjudicación en pocos operadores de gran tamaño, confiables, solventes, para garantizar la seriedad y viabilidad del proyecto, éste es el modus operandi habitual del Estado. Conlleva una profecía autocumplida: dejar fuera a los actores de la pequeña empresa, siempre desvalida más allá de los discursos gubernamentales abundantes de promesas, desprovista de medios de garantía y financiamiento para abordar grandes operaciones. Como ha ocurrido, la mayor parte de los pequeños empresarios del libro quedarán mirando el banquete de los peces mayores. ¿Dónde quedan entonces las palabras promisorias acerca del impulso a la micro y pequeña empresa, en este caso la editorial?
La controversia acerca del bullado maletín, para hacer memoria, estuvo centrada en diversos aspectos:
- La efectividad de la medida, es decir, que los libros fuesen leídos por los beneficiados y que les fuesen útiles
- La ausencia de un entorno o programa de intervención que asegure el impacto en cuanto a incentivo real de la lectura, sobre todo en estratos donde los hábitos de lectura son demostradamente débiles.
- El tono efectista y demagógico que rodea toda la idea, olor a populismo
- La selección de los textos incluidos (la verdad es que hay cientos de posibilidades buenas y que el valor depende del grupo de destinatarios). En todo caso, se está escogiendo por los beneficiados, sin consultarles a ellos.
-El costo involucrado respecto de los presupuestos históricos para este tipo de iniciativas
- La posibilidad alternativa de financiar centenares de iniciativas que han sido exitosas (por ejemplo los programas de Fundación La Fuente, INFOCAP de Un techo para Chile, Letras de Chile y otras)
-La posibilidad de que sea un dispendio fraudulento, malversación de fondos, u otras similares.
La iniciativa se llevará a cabo. De esto jamás he tenido dudas. Da para pensar, por cierto. No significa inmovilismo, ni crítica gratuita, ni desánimo. Los que hemos estado siempre en esto, en especial los escritores que hemos decidido actuar, hacer, comprometernos para promover la lectura y el libro desde hace muchos años, continuaremos en nuestro empeño.
Todavía esperamos –verbo ligado a la hermosa, tal vez ingenua expectativa que denominamos esperanza- que más allá de declaraciones vacías e iniciativas pomposas, se manifieste el respeto hacia el libro, la lectura, los escritores y todos los agentes ligados a este ciclo del cual dependen el crecimiento espiritual, cultural, material y en definitiva la auténtica libertad de un país.
Diego Muñoz Valenzuela
26 enero, 2008
El Maletín Literario: la etapa final
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1 comentario:
En todos lados se cuecen habas, en Argentina pasa algo muy parecido, los pequeños escritores, los noveles, es imposible que los tengan en cuenta
Luis
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