Era un demonio tan pequeño como horrible. Lo encontré vagabundeando entre mis libros, de modo que me sentí autorizado para atraparlo y meterlo en un frasco. Emitió un espantoso hedor a azufre: saltó, bramó, expelió fuego por su pequeña y perversa boca. Me divertí contemplándolo: en verdad era un demonio muy temible, sólo que demasiado pequeño. Enfureció hasta el paroxismo cuando le anuncié que iba a convertirlo en amuleto. Estrellaba su menudo cuerpo escarlata contra las paredes transparentes con empecinamiento notable. Terminó por quedar extenuado. Después de varias semanas, luce más tranquilo. Quizás resignado. Insiste mediante señas en que desatornille la tapa del frasco, pero no. Desconfío de él. Suelto, no hay demonio manso; eso decía mi abuela.
17 mayo, 2009
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3 comentarios:
Muy buen cuento. Me gustó. Es todo un desafío a la fantasía imaginar ese demonio.
Hola sr. Muñoz, como esta?
Soy Francisco, el artista.
Le cuento que me ha estado llendo muy bien y a diferencia de los dibujos que hacia antes ahora me he perfeccionado mucho.
Ahora creo que si quisiera alguna ilustracion podria darle imagenes mucho más profesionales :)
Bueno, espero saber de usted.
Su correo esta algo malo..y no le puedo enviar nada.
Saludos!
PD: ah, y a todo esto,tengo un nuevo correo;Francisco.k90@gmail.com
Estemos en contacto!
Estaba con alguien, no recuerdo quien, estabamos al aire libre. Recuerdo el cielo pero no recuerdo ninguna parte el suelo. Había algo en el cielo. Parecia una nube pero se movía como otras cosas. No era una nube. Empezó a moverse con armonía: triángulos, bailes, simetría, pulsos, ORDEN.
¡Que nuevo era aquello!
Que falso todo lo que creí que sabía.
Que horrible terror, real terror,es conocer y estar seguro de algo más grande.
El ciego que estaba un lado de mi me dijo: no es para tanto.
Yo: arrastrándome de miedo en el suelo, recordé como caer para arriba.
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