a Eloísa Muñoz Fehrmann
Con su último aliento, el presidente de la corporación sin fines de lucro, desangrado y destrozado por aquella letal furia de garras y colmillos, la increpó con voz entera: “te dije que necesitábamos un filántropo, no un licántropo”.
Con su último aliento, el presidente de la corporación sin fines de lucro, desangrado y destrozado por aquella letal furia de garras y colmillos, la increpó con voz entera: “te dije que necesitábamos un filántropo, no un licántropo”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario