25 agosto, 2009
Circo pobre 1
El payaso secó su transpiración con la toalla húmeda. Con mínimos y calculados movimientos se desprendió del traje colorido. Borró el maquillaje de su rostro sumergiendo la cabeza en una cubeta de agua espumosa, restregándose con sus manos diestras. Se colocó el atavío de trapecista eximio, se peinó a la gomina y se calzó las zapatillas plateadas. Tomó de la mano a la irreconocible mujer barbuda y salió con ella corriendo al escenario. El delirante público los esperaba ansiosos y estalló en aplausos al ver a las estrellas del show. La mujer voladora le guiña un ojo y le susurra al oído “a ver si llegamos con energía al número de acrobacia”. “Eso si no te corto en dos para el número de magia”, le contesta el trapecista excelso haciendo brillar sus lentejuelas.
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