10 julio, 2010

Quirópteros 1


El maldito murciélago ingresa a la pieza a través de las cortinas blancas y traslúcidas sacudidas por el viento que proviene de los Cárpatos. Ex profeso he dejado la ventana abierta para facilitarle la tarea. La horrible criatura se aproxima al lecho donde simulo dormir con la rutilante cabellera rojiza esparcida sobre la almohada de seda y el escote bien abierto.
Babeante, ávida, con los ojos inyectados en sangre y la boca abierta con los filosos colmillos preparados para hundirse en mi yugular. La veo acercarse con los ojos entornados.. Despliega sus alas membranosas y se arrastra hacia mi cuello. Siento su hálito fétido entibiando mis pechos.
Entonces rápida como un relámpago lo atrapo por las alas y devoro su cabeza maligna, la mastico, escupo los colmillos, y sigo con su cuerpo aún sacudido por convulsiones postreras, y su sangre cae sobre mi piel, una oleada de placer me recorre lanzo esta carcajada final que estremece a Transilvania.

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