10 abril, 2011

Consecuencias del Mesmerismo

En plena sesión espiritista, cuando los participantes comenzaban visiblemente a perder la paciencia, a uno de ellos –a título de último recurso- se le ocurrió invocar a Franz Mesmer. Entonces sí que ocurrieron muchas cosas. Una silla antigua, de estilizadas patas curvas, se largó a correr como gacela por la estancia entre los aullidos de las horrorizadas damas asistentes. Un sillón pesado y burdo partió en su siga, dando saltos prodigiosos para su contextura. La mesa alrededor de la cual se efectuaba la ceremonia también adquirió vida y comenzó a caminar por las paredes con la habilidad de un arácnido. El sillón acorraló a la silla con evidentes intenciones de aparearse con ella. Esa fue la gota que rebalsó el vaso. La médium prendió la luz y pronunció un conjuro indescifrable y agregó algo sobre el magnetismo animal. Las cosas regresaron a la normalidad rápidamente. Los muebles se tranquilizaron y volvieron a sus puestos, mansos y estáticos. Desde entonces profeso un riguroso materialismo.

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