16 abril, 2011

Visita demoniaca

Cuando ya sentía próximo mi fin, me visitó el demonio. Aposentó su peludo trasero sobre mi colcha nueva y cruzó sus patas terminadas en pezuñas. Olía pésimamente, como si hubiera devorado una fuente repleta de ajos y cebollas machacados. Molesto, le representé mediante señas mi reclamo por el insufrible hedor. Echó a reír expeliendo fétidas nubecillas de azufre. Sus membranosas alas se estremecían con las carcajadas. -No mañosees –me dijo con una voz aún más terrible que su aliento-, mal que peor he tenido la deferencia de venir a verte. En aquello tenía razón, reflexioné, y asentí. Quizás tenía algo importante que comunicarme antes de que yo expirase. -¿No quieres saber el destino que te aguarda? –bramó molesto el demonio. Denegué con la cabeza y mantuve el silencio. Eso lo irritó más. -Ya sé que te desagrada el imperio de mis paradigmas… pero no puedo responder por ello. Nadie reclama, ni siquiera los sacerdotes, que se han transformado en mis embajadores principales, de modo que tú, que tú, que nos has sido precisamente un santo… El diablo estaba muy enojado y yo sin fuerzas. Ni siquiera se me ocurría cómo ayudarlo. Era evidente su costumbre de ganar cuanta partida se le ofrecía. -Bueno, ¿quieres un trato? Sí o no, necesito una respuesta. Conste que estoy bastante ocupado por estos días. Volví a denegar sin abrir la boca. Me sentía cada vez con menos energías. La vida me abandonaba con premura. Partió furioso tras despedir llamaradas sulfurosas. Ese gas me sanó, quizás por qué misteriosa razón. Tal vez me haya dado una chance para que me convenza de algo. No tengo la más mínima sospecha. Y no ha regresado

No hay comentarios.:

 
hits Blogalaxia Top Blogs Chile