30 octubre, 2011

Reconocimiento actual de la obra de Diego Muñoz Valenzuela


VEINTE AÑOS NO ES… mucho!



Por Marcelo Coddou





Han transcurrido poco más de dos décadas desde que Diego Muñoz Valenzuela se hiciera presente en la literatura hispanoamericana. La acogida inicial de su obra fue entusiasta, pero limitada a un restringido número de lectores y críticos: los condicionantes de la recepción literaria en esos instantes en Chile –principios de los 90--, estaban muy lejos de ser óptimos. Y traspasar fronteras constituía un desafío realmente enorme. Ahora, tras el plazo señalado, y con muchas obras nuevas, parece haber llegado el instante de apreciación cabal del sitio que en el decurso de la narrativa continental que va desde 1991 al presente 2011, le corresponde a este escritor nuestro. El mismo se ha definido como “un narrador que busca en la literatura un espacio para la fantasía, aunque de verdad no logra huir de la realidad”. Muestra cabal de ello son sus relatos de ciencia ficción y sus originalísimos microcuentos.


Indicador indiscutible del espacio receptor que para sus obras está abriéndose y explayándose, es que haya sido seleccionado como uno de “Los 25 secretos mayor guardados de América Latina”: "25 escritores provenientes de 15 países del Continente –de Chile también se eligió a Nora Fernández y Francisco Díaz­­­­­--,que constituirán el centro neurálgico de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, sin duda la más prestigiosa feria editorial del continente y que se desarrollará en 9 días de finales de noviembre e inicios de diciembre de este año en la vibrante ciudad mexicana.

Como muestra de que eso para algunos de sus lectores era predecible –el reconocimiento de su valor tendría que darse, pronto o un poco más tarde-- reproduzco, con mínimas variantes, la nota-reseña que sobre Todo el amor en sus ojos publicara yo en 1991, a poco de su aparición. Lo hago a modo de homenaje a este narrador nuestro que, tras no muchos años, ha encontrado las apreciaciones de los logros –que ahora sabemos valorar como decisivos—de su quehacer creativo. Tanto los presentes en esa obra inicial como otros de variada índole en sus relativamente numerosos escritos posteriores. Decía yo en ese entonces, 20 años atrás:

Exaltado hasta extremos que pueden ser delirantes, el "fenómeno" de la narrativa chilena joven --abundosa, crecida, no poco publicitada-- exige ya [en 1991] de una reflexión serena que logre, entre otras urgencias, distinguir las voces de los ecos. Cuando esto se intente de un modo serio estoy seguro que va a destacarse la primera novela de Diego Muñoz, Todo el amor en sus ojos, como un hito importante en tal desarrollo. Y lo es en varios sentidos, pero fundamentalmente en uno: el haber sabido resolver eficazmente, a nivel de escritura, de discurso, el difícil desafio que significa enfrentar un tema recurrente dentro de la corriente en que se enmarca: el casi insoslayable de la situación sociopolitica de los últimos plazos. Su máxima virtud está, entonces, no en la novedad del asunto, sino en el tratamiento propiamente narrativo que logra darle. Y ello sin incurrir en la falla que debilita la mayor parte de los ejemplos de escritores coetáneos que pudieran mencionarse: el tecnicismo superficial, la rebúsqueda de formas sin sustento real en una materia de por si problemática para un cumplimiento riguroso, el vacuo experimentalismo.


Aquí no: Todo el amor en sus ojos deja sin usar muy pocos procedimientos que los maestros contemporáneos del género (muchos de ellos mencionados en el texto, desde Joyce y Hemingway a Cortázar y Bryce Echeñique, más otros que no necesita nombrar, como el primer Vargas Llosa y Manuel Puig) le hayan ofrecido como modelo. Lo notable es que resultan modelos asimilados. En la textura narrativa de esta obra hay tal fluidez, tanta facilidad de expresión, que la "naturalidad" de cada artificio permite ese modo de goce que el consumidor habitual de novelas --si es realmente exigente-- quisiera siempre encontrar: estar atento y reconocer el tratamiento literario a que se somete la anécdota, pero sin dejar nunca de sentirse atrapado a la vez por una trama, la del mundo ficticio del cual cree llegar a ser co-partícipe. Novela para un lector activo, cómplice si se quiere, que por ningún instante experimenta como ajeno el universo en que es introducido. Universo que asimila en un proceso que corre paralelo- -o, mejor, integrado--, al placer de lo que es efectiva y cabalmente estético.

En la alternancia y entrecruzamiento de dos instancias temporales (una, la inmediatamente anterior al triunfo de Allende-- y un poco antes--, y otra, la inicial, de la dictadura que pretendió cortar de un tajo el proyecto popular), se va desenvolviendo la existencia cada vez más enriquecida del adolescente y luego joven militante en la Resistencia que actúa como protagonista y, en la mayor parte del relato, narrador de sus peripecias. Desde el mundo concentracionario de los grupos de que forma parte (la pandilla de liceo, más adelante la célula política antidictatorial en que participa) se nos abren perspectivas plenas de resonancias humanas, sobre una realidad que ineludiblemente marcara a la sociedad chilena en su conjunto en período de tantas y tantas convulsiones sociales. Ante la severa gravedad de los hechos --dolor, frustraciones de mucho tipo, muertes, miedo cotidiano--, la visión propuesta abre, sin embargo, al carácter total de vidas privadas y colectivas a la vez. Y esto lo logra, entre otros medios, con el empleo magistral --por riguroso, por mesurado y bien construido-- del humor. Es, en efecto, con humor que agiliza cada escena, cada reflexión de los personajes. Los diálogos --y los abundantes monólogos internos, diestramente trabajados, a veces en paralelo o solapados unos con otros-- acusan el oficio a que ha llegado un autor de quien confiamos seguirá entregándonos muchas otras muestras de su talento.

Marcelo Coddou, hispanista y analista literario chileno especializado en literatura hispanoamericana. Es profesor de español en la Drew University de Nueva Jersey.

26 octubre, 2011

País de opereta

No quiero herir las susceptibilidades de posibles admiradores del género al que hago referencia con el título de esta reflexión, así que defino opereta antes de empezar. La opereta es un tipo de obra musical muy animada derivada de la ópera, que pone énfasis en lo satírico, cuya característica fundamental es contar con una trama inverosímil y disparatada.

Apenas puedo creer lo que veo y oigo. Esto me pasa cada día. El inventario de situaciones parece infinito, grotesco, como si estuviera destinado a saturar la capacidad de asombro. Me declaro perplejo ante la realidad que se nos ofrece.

Trato de no ver los noticieros televisivos desde hace mucho tiempo, pero no siempre puedo evitarlo. No es posible aislarse del todo, por eso me informo a través de la prensa escrita, a sabiendas de que debo interpretar lo que leo (no es un misterio que los medios están controlados por pocas manos de un solo signo). Lo escrito –no solo en materia de noticias- tiene la ventaja de que uno puede saltarse páginas. En la televisión uno debe soportar mansamente aquello que esta le ofrece. Y ya no tengo paciencia.

Veo como Chile se va incendiando día tras día por causa de la inconcebible y suprema insensibilidad de nuestros gobernantes y una ausencia de efectividad tan flagrante que colisiona de manera violenta contra las expectativas generadas por la” nueva forma de gobernar”.

Hoy vi –por desgracia- noticias en televisión en la mañana. Lo que me prodigó la máquina visual fue un espectáculo recurrente, donde cambian las víctimas, no así los victimarios. Fuerzas Especiales repartiendo garrotazos a diestra y siniestra, arrastrando detenidos a sus furgones con violencia excesiva, gritos, insultos, alaridos.

Esta vez se trataba de conductores de taxis colectivos, ayer de conductores de buses, anteayer los estudiantes que han sido los receptores –desde hace muchos meses- de la violencia represiva que el Estado ha escogido como respuesta fundamental y sistemática a las demandas de las personas.

Me siento como si me hubiera sumergido en una pesadilla digna de Orwell o Kafka, y veo con horror como nos dirigimos hacia crisis mayores, arrastrados por la irresponsabilidad del gobierno, que está obcecado en no ceder ante nada ni nadie. La soberbia impera entre los ministros, que a la primera de cambios –cuando rápidamente se ven incapaces de controlar alguna situación- ofrecen aplicar “leyes de seguridad interior”, que resuenan –al menos a mis oídos impregnados de historia- con los siniestros ecos de la dictadura militar.

Puedo concordar en que los métodos de lucha empleados por quienes luchan por sus legítimas demandas hayan excedido -en algunas oportunidades- la lógica del respeto y la convivencia democrática. No obstante la situación debe ser juzgada como un todo y en un contexto. Ese contexto es la indiferencia, la dilación y la represión, las artes principales que el gobierno ha desplegado en el conflicto por la educación. Y en toda clase de conflictos.

¿Si lo único que recibes como respuesta oficial a tus demandas son postergaciones, amenazas, golpes, chorros de gas o agua infecta a presión, qué es lo que puede esperarse?

¿Si la policía es solo eficaz para detener a los estudiantes que marchan y se expresan en forma pacífica y no para actuar contra los famosos encapuchados, no será que no quiere detener a los violentistas? ¿O qué clase de policía tenemos que no resulta eficaz para cumplir su rol ante hechos delictuales?

Muchas más preguntas como esta pueden hacerse. Recientemente se ha hecho pública una declaración conjunta de la Corporación Letras de Chile y la Sociedad de Escritores de Chile, donde se critica e impugna el Concurso de Proyectos del Fondo del Libro debido a aberraciones evidentes en sus bases.

Por ejemplo, para muestra un par de botones, se exige que los postulantes a Becas de Creación (cuyo objeto es apoyar a los escritores para que ejerzan un oficio que en Chile es muy difícil y desprotegido) traigan por escrito un compromiso editorial de publicar la obra que aún no ha sido escrita. Esto es una vergüenza intolerable, que revela incomprensión y desprecio por oficio de los escritores. No es posible otra actitud –pienso- que rebelarse ante tamaña idiotez, si es que no malintencionada acción de barbarie.

De otra parte, se exige en los concursos de fomento a la lectura, un aporte obligatorio de al menos 15% de los fondos a las propias organizaciones o a donantes (se entiende empresas). ¿Qué puede hacer ante esto una corporación sin fines de lucro, por esencia paupérrima y altruista? Se me responderá: ir a las empresas a pedir apoyo. Es decir, son las empresas las que van a decidir qué proyectos son elegibles y cuáles no… Todo eso debe ocurrir en unas pocas semanas de plazo. Y en un país donde la literatura –esta es la triste verdad- importa muy poco.

Eso es lo que lo demuestran las bases del concurso del Fondo del Libro: la literatura importa muy poco. La gente lee poco, los empresarios y los ejecutivos leen poco, los gobernantes leen poco (basta escucharlos para saberlo). Estas palabras de un escritor importarán poco a las autoridades, estoy cierto. ¿Por qué van a importarle más que las de miles y miles de estudiantes que piden –enérgica e infructuosamente- una educación gratuita y de calidad?

Pero estas palabras, y las de muchos otros miles, millones de chilenos en algún momento se harán escuchan más allá de la soberbia, la insensibilidad y el ejercicio de la violencia. Eso pasó antes y volverá a ocurrir si se hace necesario. A veces tengo la sensación de un flash back: veo a los antiguos dirigentes estudiantiles designados por la dictadura embutidos en trajes de ministros. Lobos fascistoides llenos de garras y colmillos que se aprestan a mostrar su verdadera naturaleza.

Ojalá me equivoque y quienes detentan el poder político recapaciten y cambien. Si no ocurre así, el país se precipitará en una compleja crisis mucho mayor que la actual. Y eso, claramente, no es bueno para Chile. Mientras ese cambio no suceda, cada día avanzaremos en nuestra calidad de país de opereta. Trataré de no ver noticias en televisión estos días.

Diego Muñoz Valenzuela

escritor

21 octubre, 2011

Comunicado Simplemente Editores


Tres chilenos entre Los 25 secretos mejor guardados de América Latina

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara celebrará este año 2011 –del 26 de noviembre al 4 de diciembre- su cuarto de siglo con “Los 25 secretos mejor guardados de América Latina”, 25 escritores -provenientes de 15 países- que son poco conocidos más allá de sus fronteras. La selección incluyó a tres chilenos: Nona Fernández, Francisco Días Klaassen y Diego Muñoz Valenzuela. Los autores fueron elegidos luego de la lectura de decenas de libros y un amplio proceso en el que se consultó a otros escritores, editores, libreros, periodistas y críticos literarios de América Latina.

Simplemente Editores se siente legítimamente orgullosa de la participación chilena en la Feria del Libro de Guadalajara, ya que dos de sus autores están entre los seleccionados: Nona Fernández, en la antología LAS MUJERES CUENTAN publicada en 2010 y Diego Muñoz Valenzuela, que integra nuestro catálogo con las novelas FLORES PARA UN CYBORG y LAS CRIATURAS DEL CYBORG, ambas publicadas el 2010, y el volumen de microrrelatos LAS NUEVAS HADAS, pronto a ser publicado este mes de octubre.

Los autores de América Latina que, según la FIL, garantizan el relevo de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX y de los que ya siguen sus pasos en el XXI, reflejan la diversidad y el multiculturalismo... 6 mujeres y 19 hombres, comprometidos básicamente con la literatura y la exploración de nuevas formas de contar. Abordan la condición humana y su entorno a través de mundos íntimos protagonizados por gente común y corriente. Ese sería un retrato panorámico de un grupo de escritores conectado con los derroteros de la literatura internacional contemporánea

Este es un proyecto con el que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara centra sus esfuerzos en que nuevos talentos latinoamericanos sean descubiertos por los agentes, editores y traductores que acuden a este encuentro y que el público disfrute con esta variedad literaria. Con estas 25 promesas de las letras hispanoamericanas la FIL afianza su compromiso para que la vitalidad y la diversidad de las letras latinoamericanas circulen por el mundo.


ANEXO

Diego Muñoz Valenzuela ha publicado tres volúmenes de microrrelatos: Ángeles y verdugos, De monstruos y bellezas, y Las nuevas hadas; tres libros de cuentos: Nada ha terminado, Lugares secretos y Déjalo ser; y tres novelas: Todo el amor en sus ojos, Flores para un cyborg y Las criaturas del cyborg. Ha sido incluido en antologías y muestras literarias publicadas en Chile y el extranjero. Cuentos suyos han sido traducidos al croata, francés, italiano, inglés y mapudungun. Distinguido en diversos certámenes literarios, entre ellos el Premio Consejo Nacional del Libro en 1994 y 1996. Flores para un cyborg fue publicado por EDA Libros en España (2008) y Lugares secretos en Croacia por ZNANJE en 2009.

Nona Fernández, además de ser una reconocida guionista de teleseries de TVN, ha sido destacada en variadas oportunidades por sus creaciones literarias. Su primera novela, Mapocho (Planeta 2002), fue seleccionada entre las ocho finalistas del Premio Herralde de Novela, otorgado por Editorial Anagrama (Barcelona, España).

Francisco Díaz Klaassen estudió letras inglesas en la Pontificia Universidad Católica de Chile y cursa un magíster en escritura creativa en la Universidad de Nueva York. Es autor los libros Antología del cuento nuevo chileno (2009) y El hombre sin acción (2011), Premio Roberto Bolaño 2010.

El Programa de Internacionalización del Libro del Consejo de Cultura de Chile apoya el viaje del trío, que será parte de la delegación chilena que este año tendrá un rol clave, como próximo país invitado de honor 2012 a la cita literaria.

Algunos vínculos informativos complementarios:


http://www.fil.com.mx/25/default.asp

http://www.elpais.com/articulo/cultura/25/secretos/literarios/Latinoamerica/FIL/elpepucul/20110920elpepucul_1/Tes

http://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Muñoz_Valenzuela

16 octubre, 2011

El escribano de los imbéciles 2

Escuchó sin devoción, no obstante atento, las idiotas ideas de sus amos. Un auténtico océano de confusiones, incertidumbres, temores, desconocimiento, discordancias y francas estupideces. Deslizó resignado, pacientemente, la pluma de ganso sobre el papel para registrar aquella sarta de fruslerías.

En soledad reflexionó acerca de la forma de presentar el soso material. Surgió una manera de clasificar las idioteces y consideró que no valía la pena intentar otra: al fin y al cabo el conjunto no pasaba de ser una magistral sandez. Aplicó la taxonomía a las babosadas y construyó un elegante pergamino, muy ordenado y pleno de ornamentaciones.

Cuando presentó el documento a sus imbéciles amos, el escribano fue aclamado. Imposible mejor síntesis, exclamaron los tontos, exultantes. Él agradeció en silencio y reprimió la brutal carcajada que estallaba en su alma. Sólo la dejó escapar al salir del santuario de los zopencos.

07 octubre, 2011

El escribano de los imbéciles


a Gerson Volenski, que me dio la idea

Cumplió con celo los deberes de escribano anotando escrupulosamente cada idiotez que sus amos pronunciaron. Una vida consagrada al deber sublime de registrar sus palabras lo enfrentó finalmente a una pirámide de pergaminos escritos con caligrafía ejemplar, iluminados con las más bellas ilustraciones imaginables. En un arranque de lucidez, concluyó que no pasaba de ser una suma monumental de imbecilidades, y sin dar lugar a trepidaciones de última hora, arrojó un fósforo a la espesa masa de documentos. Un minuto después se precipitó en las llamas con una terrible carcajada.

 
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