Nunca aprendió el sentido del
maquillaje, pero sí aprendió mucho de arte. Cada día se pintaba el rostro, y a
veces el cuerpo, según el ánimo con que despertaba. Por ejemplo hoy se ha dado
un brochazo verde, irregular, impreciso, curvo sobre sus cejas y sus párpados,
y otro brochazo carmín sobre la boca y parte del mentón y la mejilla derecha.
Ayer estaba entera teñida de verde, sin matices, como una extraterrestre.
Antes, se dibujó arrugas por todas partes y parecía una anciana horrible. Y aún
antes, rayas trasversales y paralelas de todos colores, atravesando su faz como
un arcoíris. Nunca se repite. Otras la imitan y confunden sus excentricidades
cotidianas con una moda. Tiemblo pensando en que se pinte una calavera.
24 mayo, 2014
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