Cuando
el sol emerge entre las montañas, la casa se despereza. El agua de la piscina comienza
a circular por el filtro. Se activa el riego automático. Las luces del exterior
se apagan. El refrigerador zumba alegremente. En la pantalla del computador no hay
nuevos mensajes. El automóvil estacionado en el patio culmina su
autodiagnóstico. Otros artefactos irán despertando en el día. La pareja duerme
abrazada en su cama. Hace tiempo que no respiran; parecen muñecos de cera,
secos e inmóviles. Una flor se abre a la mañana; sobre ella caen minúsculas gotas de agua arrastradas por el
viento.
de mi libro DE MONSTRUOS Y BELLEZAS (Ed. Mosquito, 2003)
de mi libro DE MONSTRUOS Y BELLEZAS (Ed. Mosquito, 2003)
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