A
Héctor Garay y Remigio Muga
Todas en blanco y
negro. En la clínica entre los brazos de su madre dichosa. A los dos años su
padre lo levanta hacia el cielo y él
exhibe una sonrisa perfecta de querubín. Montado en un caballo con sombrero y
manta, un poco serio. Con uniforme de colegio y corbata bien anudada.
Adolescente, chascón, con jeans pata de elefante y anteojos John Lennon. En los
trabajos voluntarios, abrazado con una muchacha de cabellera crespa; ambos se
ríen a carcajadas. En su pieza, leyendo un libro con un póster del Ché atrás.
En una fiesta familiar, taciturno, como si estuviera preocupado. Por algo. En la pancarta que porta su madre
triste, silencioso, ausente. Mirándonos.
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