Aquella niña tiene una boca muy
grande y horrible, que semeja la entrada a uno de los peores infiernos
imaginables Consulta mi opción ante la pregunta estándar: “¿dulce o
travesura?”. Sé de inmediato que se trata de un simple formulismo. Mi destino
se encuentra sellado. Le entrego un enorme paquete de dulces y lo arroja dentro
de aquella cavidad negra e infinita. “Más” exige con la gigantesca oquedad muy
abierta. Allí me lanzo en un impulso notable para acabar con esta historia.
30 octubre, 2014
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