Leonor despertó a la luna para hacer más apacible y translúcida a la
noche. La luz blanquecina sostuvo una breve batalla con la oscuridad antes de
hacerla retroceder hacia los más impenetrables reductos.
Después se despojó de las ropas, tomó un gran sombrero color naranja y
con cinta de terciopelo, y se echó a volar suavemente por los barrios
cordilleranos que eran los más favorables para un viaje de esa naturaleza.
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