Le pregunto acaso desea que la desvista. Sugiere que empiece por los
zapatos tacón de aguja. Hacia allá me deslizo con celeridad. Extiendo los
brazos por la senda de sus piernas para extraer las medias negras caladas. Lo
ejecuto con destreza. Aparece una piel verdosa, cubierta de mínimas llagas
purulentas. Todavía me quedan fuerzas para desenvainar el perfecto zapato negro
y surge la garra con tres uñas poderosas. Siento un gruñido sobre mi espalda,
un hálito pesado, húmedo, y ofrezco la testuz.
04 noviembre, 2017
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario