La doctora se acercó libidinosa a la mesa de disecciones del Instituto Anatómico Forense. Voluptuosamente se desprendió de su delantal y quedó desnuda, hermosa y palpitante frente al cuerpo que descansaba sobre la mesa, cubierto con una sábana amarillenta. Verificó la etiqueta que colgaba de una de las manos exánimes y asintió satisfecha. Arrancó la manta y descubrió el cuerpo también desnudo del cadáver, provisto de un enorme sexo erecto. Lo bañó con vaselina y saltó sobre él con salvajismo. El olor a formol la excitaba cada vez más. Gemía como un animal embravecido. Junto con el feroz orgasmo, él regresó a la vida y clavó sus colmillos en la yugular de la legista. Y murieron y vivieron felices para siempre.
01 diciembre, 2007
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3 comentarios:
upsss, cómo me daría cuenta de la exitación si fuera al revés?, es decir si el forense fuera yo?
Saludos ...
Que bueno es tener la oportunidad de compartir con los grandes maestros.
Excitante, extrañamente excitante... ¡sí!.
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