
Un arquero oscuro y perverso dispara flechas que deberán encontrar el corazón del enemigo, que está solo, desarmado, preocupado del cuidado de una rosa deslumbrante.
Las flechas cruzan limpiamente el valle, llegan a destino, pero horrorizadas de ensuciarse con crueldad y sangre, retornan y atraviesan al arquero uno y otra vez, hasta dejarlo irreconocible.
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