14 septiembre, 2009
El vínculo
El papelito decía: "Brasil con Alameda, esquina poniente, 25, 19, Victoria lleva libro verde bajo el brazo, diario abierto en la cartelera de cines; Túnel pregunta si le ha conocido en el cumpleaños de Enrique; Victoria contesta no me acuerdo haberlo visto ahí; Túnel dice que es hermano de Ramón, el músico". Aprendí de memoria el contenido y lo quemé para mayor seguridad. Ahora lo recuerdo mientras camino por el centro haciendo tiempo, viendo cómo se acerca la hora, miro el reloj: aún faltan diez minutos, salí demasiado temprano de la casa, había estado inquieto todo el día dándome vueltas, más de un año sin noticias, sin ver a nadie, concurriendo a misa todos los últimos domingos del mes a la iglesia convenida hasta que por fin, yo escuchaba aburrido la liturgia, como siempre, de improviso llegó alguien a sentarse a mi lado, vi de reojo a una mujer madura, aunque atractiva. Cuando comenzó a cantar el coro se inclinó un poco hacia mí y susurró Hola, Ernesto, no mires, voy a dejarte un recado en el periódico yo quedé como helado, ocurrió cuando menos lo esperaba, creo que en mi interior pensaba que esto era como un rito sin fin, que nunca iba a pasar nada, cerré los ojos, "Tanto tiempo, tanto tiempo, ahora el corazón salta y me siento como un niño", me quedé así, como soñando y cuando miré al costado no había nadie, pero estaba el periódico plegado esperando que lo tomase; a la primera oportunidad salí del recinto, era una sensación tan extraña, afuera todo transcurría normalmente, caminaba entre cientos de personas que no me miraban, pero yo me sentía como un bicho raro con ese diario apretado contra el brazo, aferrado a él como a la vida. Doy una vuelta a la manzana, estoy a dos cuadras de mi destino, cinco minutos todavía, me detengo a mirar los titulares de los periódicos por cuarta o quinta vez, simulo interés, cuatro minutos y medio, a ver, estoy a dos cuadras, a lo más tres minutos si camino lento, me sobra entonces como un minuto y medio, estudio la vitrina de una tienda de repuestos automotrices, más allá una venta de ropa interior femenina, ¿Necesita algo para su esposa? pregunta la dependiente que está como de guardia en la puerta No, no, miraba solamente me siento idiota por la respuesta y me alejo intranquilo, ah: tres minutos, marcho con lentitud hacia el punto, alrededor el ruido de los microbuses atronando, nunca me ha gustado ese bullicio, comienza a oscurecer y eso ahuyenta mi nerviosismo, enciendo un cigarrillo, cuesta mucho a causa del viento, quemo cuatro, cinco fósforos, aspiro el humo, tengo que doblar el diario en la página indicada, pero cuando atraviese la calle, cruzo, un minuto apenas, apuro el tranco, el diario está listo, lo tomo en la mano izquierda junto al libro de modo que ambos se vean claramente, sostengo el cigarrillo con la mano derecha, cuento los pasos y los pasos son el corazón que late por dentro, treinta segundos, hay algunas personas en esa esquina, ¿será alguno de ellos? Hacia el poniente hay un resplandor rojizo cada vez más débil, atravieso Brasil a las siete en punto y comienzo la espera. Cerca mío hay una pareja de ancianos que descarto de inmediato; una mujer joven, bien vestida que mira la hora con inquietud, tendría que haber visto bien el libro y el diario desde donde está, no, no puede ser ella; por Alameda se aproxima un hombre de barba, anteojos, con un portadocumentos, pasa por mi lado sin mirarme, observo desilusionado como se aleja; ahora se detiene un auto y desciende un individuo del interior, el coche parte, hay tres tipos adentro, no alcanzo a ver sus rostros, el que se acerca hacia acá es alto, fornido, terno café claro, me cruzo con sus ojos, imagino la pistola que oculta bajo la axila, ¡qué bien hice en quemar el papel!, bajo la vista para mirar el reloj, las siete y cinco, escucho sus pasos, cierro los ojos un segundo, alguien me toma el brazo con fuerza y pregunta la hora, en frente hay una jovencita de rostro risueño, veo ahora como el tipo de terno besa a la mujer que esperaba en la esquina, Son las siete ni siquiera miro el reloj, ¿Te pasa algo?, te ves nervioso me dice, reparo en sus ojos verdes, tendrá dieciocho, tal vez veinte años, es bonita, No tengo nada contesto apresuradamente para librarme de ella, ¿No nos hemos visto antes? insiste ella con sus ojos Claro, en el cumpleaños de Enrique , No recuerdo haberte visto , Yo sí, soy la hermana del pianista, de Ramón, ¿te acuerdas? , quedo en silencio, sorprendido, se toma de mi brazo sonriendo y caminamos por Brasil abajo, Hola Victoria me dice con aire divertido, Hola, Túnel contesto un poco avergonzado y nos ponemos a reír como locos, tanto que la gente del barrio se fija en nosotros y un anciano mira con admiración a Túnel, Lo felicito musita guiñándome el ojo con picardía, Gracias contesto y aprieto el brazo de Túnel mientras nos alejamos.
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