27 septiembre, 2009

Sueños de una gata bizca


A Marcelo, Gabriela y Miguel, pero en especial a Sussy

Los escritores viajaron para participar en una lectura predestinada a no efectuarse. Los recibió una graciosa gata bizca que se les restregó con especial ternura. La hipotética lectura estaba programada en una esquina de un cerro. Hasta allí llegaron los autores, precedidos por la gata turnia trotando ágilmente. Los esperaban un fotógrafo cibernético, un revolucionario retirado (no muy diferente a los escritores), un perro lanudo y otros autores. Por un momento la esperanza brilló en todos ellos, pero luego se desvaneció alegremente. Al fin y al cabo, como ya sabemos, la lectura no era imprescindible. El mundo iba a continuar su marcha ineluctable e impredecible. El fotógrafo cibernético enarboló sus máquinas traídas del futuro y registró la lectura que no se efectuó. Muchas imágenes de aquel evento teórico. La gata estaba sentada como si aguardara aquella lectura que jamás se inició. El ojo bizco miraba hacia adentro graciosamente y hacía felices a los escritores. Por fin todos se fueron a beber y a conversar sobre trenes descarrilados, revoluciones fracasadas y libros maravillosos. Fue una tarde magnífica.
Unos días después, el fotógrafo envió las imágenes fidedignas de aquella quimérica lectura. Entre el numeroso y atento público, faltaba la gata bizca. En su lugar estaba Susan Sarandon, rodeada por libidinosos galanes que la moraban con picardía. Alguien comentó que los galanes que se parecían mucho a Kafka, Buñuel y Freud. Otro echó de menos a la gata. Pero como se trataba de un hecho que no alcanzó a ocurrir jamás, se quedaron con la alegría de aquella tarde imaginaria soñada por una gata bizca.

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