08 abril, 2010
El obeso fracasado
Él quería ser gordo y nadie lo comprendía. La sociedad condenaba a los obesos, se ensañaba con los gordos. Idolatraba en cambio las siluetas esbeltas, las constituía en el ideal estético único. Toda redondez o adiposidad era considerada una afrenta intolerable.
Él, contrario sensu, ansiaba ser rechoncho, aunque su estructura fuese magra y feble, casi cadavérica. Por más que se empeñara en alimentarse con frenesí, no lograba salir de aquella situación cuasi fantasmal.
Optó al fin, resignado frente al destino, por comprar un espejo deformante que convirtió su cuerpo de irremediable alfeñique en un obeso desbordante. Obnubilado ante aquella imagen pletórica de carnes, fue poseído por un delirio místico. A partir de aquel instante, no se movió de allí, delectado, pleno de dicha. No probó alimento alguno, ni gota de agua. Ni siquiera experimentó hambre o dolor cuando la vida dejó de habitarlo.
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1 comentario:
Buen cuento. Y la imagen de Botero, hecha a medida.
Un saludo.
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